Poli Díaz
Autobiografía
Ed. Espasa (Col.
Boreal), 229 págs.
(Reseña publicada originalmente en la web de BoxeoTotal el 23 de octubre de 2013)
Me hace especial
ilusión inaugurar esta sección con la autobiografía del Potro de Vallecas, seguramente uno de los mejores boxeadores
españoles de los últimos tiempos. Hace unos meses Jesús Arribas ya comentó la
publicación de A golpes con la vida, libro
que compró “por curiosidad, por saber de su vida al margen del boxeo, contada
por él, con su humor y su forma de ver el lado positivo a cualquier drama”. Y,
efectivamente, así es; si hay algo que destila Poli es humor y optimismo.
A poco que le
conozcan sabrán que la vida de Poli Díaz no ha sido fácil. Nacido en el seno de
una familia humilde en un barrio de la periferia de Madrid degradado por el
tráfico y el consumo de drogas, el Potro explica que su infancia estuvo marcada
por su carácter inquieto, curioso y “echado p’alante”.
Poco dado a los estudios (“Sé lo justo para leer y escribir, y mal, que por eso
para sacar este libro me han ayudao”,
como él mismo revela), pronto descubrió sus dotes para el boxeo gracias, en
parte, a su excepcional condición física. El boxeo, como en tantos otros casos,
le apartó de la calle y de la droga y le proporcionó una forma de ganarse la
vida. A partir de ahí, Poli relata su fulgurante ascensión bajo la protección
de Enrique Sarasola: el campeonato de España, el de Europa y, finalmente, la pelea por el título mundial de los pesos ligeros contra Pernell Whitaker, el combate
que marcó un punto de inflexión en su vida y tras el cual inició su no menos
rápido descenso a los infiernos de la droga, la pobreza y la desesperanza.
Entre medio el
Potro de Vallecas intercala multitud de anécdotas, como sus problemas para dar
el peso antes de los combates y los trucos que empleaba para lograrlo, sus rutinas
de entrenamiento, lo mucho que le gustaba correr por la sierra de Guadarrama, la
relación con sus sparrings y numerosos detalles sobre su vida personal y
privada. No evita los temas más controvertidos (su breve etapa como actor porno…
¡junto a Nacho Vidal!), sensacionalistas (descubrimos la existencia de su hijo
secreto), violentos (sus numerosas detenciones por agresión, con las
consiguientes entradas y salidas de la cárcel) y oscuros (el periodo en que
vivió enganchado a la heroína en una tienda de campaña en el poblado de La
Rosilla), pero siempre narrados con sinceridad, sin tapujos, dando su propia
versión de los hechos y desmintiendo algunos bulos que corren por ahí. “La
gente tiene la lengua muy suelta. Aquí todo el mundo habla por hablar y, como
lo hacen sin saber, casi nadie dice la verdad”, son las primeras frases de su
autobiografía.
Esta vida de
contrastes daría para un tocho de por lo menos 600 páginas, sin embargo —y ahí
reside uno de los grandes aciertos del libro— se nos ofrece concentrada en poco
más de 200. Por lo tanto aquí no hay lugar para el aburrimiento; constantemente
están pasando cosas, cada nuevo párrafo encierra una pequeña gran historia que
Poli Díaz nos cuenta en un estilo coloquial, con sus propios modismos, su desparpajo,
su lenguaje de barrio y sus confesiones a quemarropa (“Boxeaba por dinero, y
por dinero me metí también en el porno. Pero los polvos que a mí me interesaban
eran otros”), casi como si lo tuviésemos sentado en el salón de casa. Así
descubrimos el verdadero carácter que se esconde detrás del boxeador de las
páginas de sucesos: una persona noble, con sentido del humor, muy amigo de sus
amigos y siempre dispuesto a defender a los más débiles frente al abuso físico,
a pesar de los problemas que eso le pueda acarrear.
No importa si
son ustedes lectores habituales o no, si les interesa mínimamente la desbocada
vida del Potro de Vallecas, háganse con este libro. Ya verán como lo devoran en
un par de días. Lo pueden leer en el baño, en el trabajo e incluso mientras su
pareja ve la tele a todo volumen. Da igual, una vez hayan ojeado la primera
página ya no lo podrán soltar.
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