jueves, 24 de abril de 2014

LITERATURA Y BOXEO: "EL COMBATE", N. MAILER

El combate
Norman Mailer
No ficción
Ed. Contra, 2013, 265 págs.
 
(Reseña publicada originalmente en la web de BoxeoTotal el 23 de diciembre de 2013)

Seguramente ustedes ya conozcan la historia, bien porque tuvieron la suerte de vivirla en directo o bien porque vieron el famoso documental de Leon Gast Cuando éramos reyes (1996). Todos tenemos aquel KO grabado en la cabeza: el gigante George Foreman besando la lona como a cámara lenta tras una fulminante combinación de Muhammad Ali. Foreman cayó rodeando a Ali, intentando agarrarlo por la cintura con la mano izquierda mientras Ali lo seguía con la mirada y la derecha amartillada, una derecha que al final no lanzó para no estropear la estética de la caída. Fue justo al final del octavo asalto de un combate que se suponía que iba a ser el último de Ali y en el que muchos temían que acabase gravemente lesionado. Sin embargo, la historia se escribió de otra manera, y Norman Mailer (1923–2007), uno de los máximos exponentes del “nuevo periodismo” y ganador de dos premios Pulitzer, estuvo ahí para contarlo.

Kinshasa, Zaire (hoy República Democrática del Congo), 30 de octubre de 1974, 4 a. m. (el combate estaba previsto a las cuatro de la mañana para ajustarse al prime time de Estados Unidos). Por fin está todo listo para la disputa del campeonato mundial de los pesos pesados que va a enfrentar al temible George Foreman de 25 años (40-0-0, 37 KOs) con El Más Grande de Todos los Tiempos, Muhammad Ali, de 32 años (44-2-0, 31 KOs) tras un retraso de un mes por culpa de un corte en la ceja del primero durante un entrenamiento. Como decía al principio, todos ustedes ya saben lo que pasó sobre el ring: Ali sorprendió a todo el mundo haciendo exactamente lo contrario de lo que se esperaba; no bailó, se dedicó a aguantar los cañonazos de Foreman recostado contra las cuerdas (la famosa técnica posteriormente conocida como Rope-A-Dope), desgastándolo y esperando pacientemente hasta que vio llegar su oportunidad. 

Lo que probablemente desconozcan es todo lo que pasó fuera del ring y antes de la pelea —como ese silencio sepulcral, ese miedo latente en el vestuario de Ali antes de salir al ring que pone la carne de gallina—, y eso es precisamente lo que hace que este libro sea una narración extraordinaria. Norman Mailer, enviado a Kinshasa en calidad de reportero, fue testigo excepcional de todo lo que ocurrió durante la semana previa al combate. Asistió a los entrenamientos de ambos púgiles, a las ruedas de prensa que ofrecieron, al pesaje que se llevó a cabo… ¡setenta y dos horas antes de la pelea!, se alojó en el hotel donde estaba toda la comitiva de Foreman —además de la mayoría de periodistas enviados a cubrir el evento—, salió a correr unos kilómetros a las cinco de la madrugada con Ali e incluso se llegó a colar en su vestuario antes y después de la contienda, que presenció junto a George Plimpton en segunda fila de ring. 

Todas esas experiencias las plasmó en El combate, quizá la mejor crónica pugilística jamás escrita. La capacidad de observación de Mailer desde un puesto privilegiado junto a su magnífica calidad literaria y el gusto por las metáforas barrocas y sorprendentes hacen de este libro el retrato definitivo de un combate de boxeo.

Mailer describe a todos los actores de la obra, desde el controvertido y siempre polémico promotor Don King hasta el dictador del país, Mobutu Sese Seko, pasando por los sparrings (especialmente el de Foreman, Elmo Henderson) y los segundos de cada uno de los boxeadores: Angelo Dundee, Ferdie Pacheco y Drew “Bundini” Brown en la esquina de Ali y Dick Sadler, Sandy Saddler y el ex-campeón Archie Moore en la de Foreman. Por mucho que ya se conozca el final, al sumergirse entre las páginas de este libro uno tiene la sensación de estar ahí, en el Zaire, de estar viviendo el ambiente previo al campeonato del mundo, de respirar el mismo aire que respiraron sus protagonistas. 

Hace años, durante mucho tiempo, anduve buscando sin éxito un ejemplar de El combate. Encontré algunos de segunda mano en internet, en la edición de Grijalbo de 1976, por los cuales me pedían unas sumas obscenas de dinero. Finalmente acabé comprando uno a un precio alto, pero no desorbitado, que prefiero no recordar. Por suerte para ustedes la editorial Contra se ha encargado de reeditar este mismo año esta joya de la literatura boxística (que, por supuesto, me volví a comprar) a un precio más que razonable. No pueden dejar escapar esta oportunidad.