El ángel de Ringo Bonavena
Raúl Argemí
Novela
Ed. Edebé, 2012, 284 págs.
Ed. Edebé, 2012, 284 págs.
(Reseña publicada originalmente en la web de BoxeoTotal el 13 de febrero de 2014)
¿Qué aficionado al boxeo no ha oído hablar alguna vez de Oscar “Ringo” Bonavena, el carismático peso pesado argentino asesinado a los 33 años en un burdel cerca de Reno, Nevada? Bonavena, además de tener los pies planos, era bajo para su categoría (1,78 m), pero más duro y tenaz que el clavo de un ataúd; era charlatán y fanfarrón (algunos comparaban su verborrea con la de Ali), excéntrico, bromista, filósofo callejero, bueno como el pan, generoso con sus amigos, devoto de su madre, dueño de un coraje a toda prueba y de unas facciones parecidas a las del beatle que le dio el apodo, pero mucho más marcadas; un rostro de boxeador capaz de ahuyentar al marine más osado en una pelea de bar. En los 68 combates que disputó como profesional se enfrentó a los mejores de su época: George Chuvalo, Joe Frazier, Jimmy Ellis, Muhammad Ali (que le propinó la única derrota por KO de toda su carrera), Floyd Patterson, Ron Lyle… consiguiendo un total de 58 victorias (44 KO), 9 derrotas y 1 empate.
La manera más
rápida y sencilla de describir El
ángel de Ringo Bonavena sería decir que se trata de una biografía
novelada del malogrado púgil porteño. Sin embargo, esta definición no acaba de
ajustarse a esta estupenda novela de
Raúl Argemí. Si bien los hechos que se relatan son esencialmente ciertos,
la manera de narrar y la inventiva del autor hacen de éste un libro bastante
especial; porque, como explica en una breve nota introductoria, “Ringo Bonavena
más que un boxeador fue un personaje. Querido y odiado por partes iguales en
toda Iberoamérica […] Esta no es la
historia de su carrera ni de su vida, es la leyenda. Una leyenda que cuenta
cuánto tuvo que ver con su ángel de la guarda, un ángel tan duro como él.”
Y así es; el libro no tiene un solo protagonista sino
dos: Ringo Bonavena y Ángel, una especie de hermano gemelo enviado por Dios
que hace de contrapunto de Ringo y que, aparte de él, sólo algunos son capaces
de ver y oír. Ángel seguirá y protegerá siempre a su hermano, estará en su
rincón en todos los combates y le acompañará en sus peores momentos. Por si
fuera poco, entre el resto de personajes (que incluyen a los Beatles, Mirtha
Legrand, El Mono Gatica, Goyo Peralta, Yoko Ono y Sally Conforte) también figura “Tata Dios”, o sea, Dios Padre
Todopoderoso, que observa desde el cielo la suerte de Ringo, ayudándole y
guiándole cuando lo necesita pero también bajando a la tierra —encarnado en individuos
de lo más insospechado— para castigarle cuando se lo merece. ¿Es posible juntar en una misma novela a un
famoso boxeador, a su ángel de la guarda y al mismísimo Dios en persona de una
manera verosímil? La respuesta es un contundente sí. Ese es el gran mérito
de Argemí, hacer que todo encaje y que además parezca fácil y natural.
La trama abarca desde el nacimiento de
Bonavena hasta su trágico asesinato a manos de un matón a las puertas del
Mustang Ranch (todavía hoy se especula sobre el motivo, aunque todo apunta a un
lio de faldas con la mujer del propietario del burdel), pasando por sus
primeros lances como boxeador profesional en E.E.U.U., sus enfrentamientos con
los más grandes —especialmente gracioso es su combate contra Frazier—, la
vuelta a Argentina y su última gira estadounidense, todo ello narrado con un estilo fluido y accesible, lleno de modismos
argentinos y punteado por el inconfundible sentido del humor de Bonavena,
como en este diálogo que mantiene con un periodista:
“El de más acá:
¿Qué opina de los jóvenes hoy?
Ringo: ¿Por qué
tengo que opinar de los jóvenes? ¡Qué sé yo de los jóvenes! Yo no tuve tiempo
de ser joven… ¿Por qué no opina usted? ¿Qué piensa de los jóvenes?
—Usted es
deportista, debería ser un ejemplo para los jóvenes.
—¿Estás loco
vos? ¡Soy un boxeador! ¡Que se vayan a estudiar! ¿Qué tenés en la cabeza?”
El libro está
estructurado en 67 breves capítulos,
lo que hace que su lectura sea muy ágil
y cómoda. Si a eso le sumamos la magnífica edición de Edebé con su
encuadernación en tapa dura, el generoso tamaño de la letra, la calidad del papel
y la preciosa portada, no entiendo cómo no se acercan ustedes ahora mismo a su
librería habitual para hacerse con un ejemplar de esta extraordinaria novela.