tag:blogger.com,1999:blog-79012666390110734992024-03-06T00:34:31.315+01:00El gabinete de un aficionadoUn blog sobre literaturaMarcoshttp://www.blogger.com/profile/12701487498193732733noreply@blogger.comBlogger20125tag:blogger.com,1999:blog-7901266639011073499.post-68354033629005672822015-02-17T09:38:00.003+01:002015-03-15T22:16:29.483+01:00LITERATURA Y BOXEO: “MÁS DURA SERÁ LA CAÍDA”<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiIw7gQxA_UpFzXvvQfvI9pdyaYZUeAQQgbgVL6lSG-VQ43KrOL14oPGzD6D5U6x6B5y6zQHm4RJFgpgQGvrIRzyQXbhzzcAK4RecWKjwY8jMpcmV-aztsv7KhMdYD30Ku25EgfNoUoHsRI/s1600/09+'M%C3%A1s%2Bdura%2Bser%C3%A1%2Bla%2Bca%C3%ADda'%2B-%2BB.%2BSchulberg.png" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiIw7gQxA_UpFzXvvQfvI9pdyaYZUeAQQgbgVL6lSG-VQ43KrOL14oPGzD6D5U6x6B5y6zQHm4RJFgpgQGvrIRzyQXbhzzcAK4RecWKjwY8jMpcmV-aztsv7KhMdYD30Ku25EgfNoUoHsRI/s1600/09+'M%C3%A1s%2Bdura%2Bser%C3%A1%2Bla%2Bca%C3%ADda'%2B-%2BB.%2BSchulberg.png" height="320" width="214" /></a><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Más dura será la caída</i><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Budd Schulberg</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Novela</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Ed. Alba, 1999, 512
págs. </div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<o:p></o:p> </div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<em>(Reseña publicada originalmente en la web de <strong><a href="http://boxeototal.com/" target="_blank"><span style="color: black;">BoxeoTotal</span></a></strong> el 6 e marzo de 2014)</em><o:p> </o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<o:p></o:p> </div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<o:p></o:p>Esta obra de Budd Schulberg, publicada
originalmente en 1947, es seguramente una de las tres mejores novelas
estadounidenses sobre boxeo del siglo XX. Las otras dos serían <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El Profesional</i> (publicada en
1958) de W. C. Heinz —libro que ya comenté en esta misma sección hace un par de
meses— y <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Fat City</i> (publicada
en 1969) de Leonard Gardner —cuya última edición en castellano data de los años
ochenta (¡atención editores avispados!) y de la que espero hablarles
próximamente—.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Es posible que a
muchos de ustedes <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Más dura será la
caída</i> también les suene gracias a la película homónima de Mark Robson estrenada
en 1956 y protagonizada por Humphrey Bogart. A pesar de que se trata de una
adaptación bastante fiel, si tengo que elegir me quedo con el libro, que
profundiza en una serie de detalles y personajes que la película pasa por alto.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
La novela está narrada en primera persona
por Eddie Lewis, un periodista deportivo en horas bajas al que Nick Latka,
un mánager sin escrúpulos de los bajos fondos, hace una tentadora oferta de trabajo. Se trata de promocionar a su último gran descubrimiento, El Toro Molina, un peso
pesado argentino que posee un físico
extraordinario. El único problema es que, a pesar de su imponente altura y
su robusta constitución, El Toro Molina
es un boxeador de tercera fila, con una mandíbula de cristal, incapaz de
pegar ni un sello y más torpe que un pingüino con tacones. Las intenciones de
Latka están claras: encumbrar al gigante
Molina a base de combates amañados hasta que llegue a disputar el título
mundial, para lo cual necesita la
inventiva —las mentiras— de Eddie Lewis, un periodista de cierto renombre.
Tras algunos reparos y objeciones iniciales, Eddie acaba acallando su conciencia y aceptando la farsa a cambio de
una buena suma de dinero. Su trabajo consistirá, pues, en acompañar al Toro Molina en su gira de
presentación exaltando sus
cualidades, tergiversando las crónicas de los combates, inventándole un
pasado verosímil y vendiéndolo como “El Gigante de los Andes”, como “El Toro
Salvaje de la Pampa” que ha venido a Estados Unidos a vengar al también
argentino Luis Ángel Fripo por aquella famosa e injusta derrota contra Jack
Dempsey que a punto estuvo de desencadenar un conflicto internacional entre los
dos países.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Como ven, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Más
dura será la caída </i>pertenece a una época oscura del boxeo en la que
eran los promotores y no los boxeadores los que decidían los resultados de los
combates. Un tiempo de peleas en blanco y negro, de cuadriláteros envueltos
en el espeso humo de los puros sobre los que la suerte estaba echada de
antemano y en que la mayoría de los
boxeadores no eran deportistas sino actores y, en consecuencia, no ganaba el
más fuerte sino el mejor intérprete.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Afortunadamente,
aquellos días de gánsteres metidos a managers, de negocios sucios, de matones a
sueldo, de amenazas, de deudas sin saldar y de favores pendientes, ya quedaron
atrás y hoy en día el boxeo hace tiempo (aunque a veces creo que no tanto) que
dejó atrás ese turbio pasado.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Budd Schulberg (1914-2009) nació en
Nueva York y, aunque su familia pertenecía a la clase alta de Hollywood, vivió muy de cerca todo ese mundillo que
describe perfectamente en la novela. La prosa es ágil y sencilla, siempre
al servicio de un argumento entretenido
que engancha desde las primeras páginas. Schulberg tiene una especial
sensibilidad para describir a los viejos boxeadores, aquellos “que han besado
tantas veces la lona que en vez de rodillas tienen bisagras” (Pg. 16), como por
ejemplo en el siguiente pasaje: “No hay nada más aburrido que un viejo jugador
de pelota o una antigua estrella del tenis, pero un viejo luchador que ha
recibido lo suyo y ha derramado su sangre profusamente en aras de la diversión
de los aficionados sólo para acabar arruinado, machacado y olvidado, es para mí
la quintaesencia de la tragedia” (Pg. 68).</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
La novela combina narración,
descripción y diálogo en proporciones sabiamente equilibradas y tiene un desenlace todavía más amargo que
el de la película. Eso sí, si quieren saber cómo acaba, mucho me temo que
tendrán que leerla.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
</div>
Marcoshttp://www.blogger.com/profile/12701487498193732733noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7901266639011073499.post-83815257979245072802014-10-19T18:08:00.003+02:002014-11-01T00:56:14.975+01:00LITERATURA Y BOXEO: “EL ÁNGEL DE RINGO BONAVENA” <a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgoZIGwVZ9Ijkne33hBlaWgTQjopDl1ljhJ_kNbJUL5hqxqpKhnZDyi7GI_2j1jl5iV2cdquMaphBQ2-WkL9kVqCU58nceUBusHl9dpjXuCFbq7GU6ZPqFB8pO2z-Ey7WiwSXo9LL6-O1jA/s1600/08+'El%2B%C3%A1ngel%2Bde%2BRingo%2BBonavena'%2B-%2BR.%2BArgem%C3%AD.png" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"></a><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgoZIGwVZ9Ijkne33hBlaWgTQjopDl1ljhJ_kNbJUL5hqxqpKhnZDyi7GI_2j1jl5iV2cdquMaphBQ2-WkL9kVqCU58nceUBusHl9dpjXuCFbq7GU6ZPqFB8pO2z-Ey7WiwSXo9LL6-O1jA/s1600/08+'El%2B%C3%A1ngel%2Bde%2BRingo%2BBonavena'%2B-%2BR.%2BArgem%C3%AD.png" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgoZIGwVZ9Ijkne33hBlaWgTQjopDl1ljhJ_kNbJUL5hqxqpKhnZDyi7GI_2j1jl5iV2cdquMaphBQ2-WkL9kVqCU58nceUBusHl9dpjXuCFbq7GU6ZPqFB8pO2z-Ey7WiwSXo9LL6-O1jA/s1600/08+'El%2B%C3%A1ngel%2Bde%2BRingo%2BBonavena'%2B-%2BR.%2BArgem%C3%AD.png" height="320" width="207" /></a></div>
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">El ángel de Ringo Bonavena</i><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Raúl Argemí</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Novela<br />
Ed. Edebé, 2012, 284 págs.</div>
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"></i><br />
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">(Reseña publicada originalmente en la web de <strong><a href="http://boxeototal.com/2014/02/13/literatura-y-boxeo-%e2%80%9cel-angel-de-ringo-bonavena%e2%80%9d/" target="_blank"><span style="color: black;">BoxeoTotal</span></a></strong> el 13 de febrero de 2014)</i><o:p> </o:p><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<br />
¿Qué aficionado
al boxeo no ha oído hablar alguna vez de Oscar
“Ringo” Bonavena, el carismático
peso pesado argentino asesinado a
los 33 años en un burdel cerca de Reno, Nevada? Bonavena, además de tener los pies planos, era bajo para su
categoría (1,78 m), pero más duro y tenaz que el clavo de un ataúd; era charlatán
y fanfarrón (algunos comparaban su verborrea con la de Ali), excéntrico,
bromista, filósofo callejero, bueno como el pan, generoso con sus amigos, devoto
de su madre, dueño de un coraje a toda prueba y de unas facciones parecidas a las
del <i style="mso-bidi-font-style: normal;">beatle</i> que le dio el apodo,
pero mucho más marcadas; un rostro de boxeador capaz de ahuyentar al marine más
osado en una pelea de bar. En los 68 combates que disputó como profesional se enfrentó a los mejores de su época: George Chuvalo, Joe Frazier, Jimmy Ellis,
Muhammad Ali (que le propinó la única derrota por KO de toda su carrera), Floyd Patterson, Ron Lyle… consiguiendo
un total de 58 victorias (44 KO), 9 derrotas y 1 empate.<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
La manera más
rápida y sencilla de describir <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El
ángel de Ringo Bonavena</i> sería decir que se trata de una biografía
novelada del malogrado púgil porteño. Sin embargo, esta definición no acaba de
ajustarse a esta estupenda novela de
Raúl Argemí. Si bien los hechos que se relatan son esencialmente ciertos,
la manera de narrar y la inventiva del autor hacen de éste un libro bastante
especial; porque, como explica en una breve nota introductoria, “Ringo Bonavena
más que un boxeador fue un personaje. Querido y odiado por partes iguales en
toda Iberoamérica […] Esta no es la
historia de su carrera ni de su vida, es la leyenda. Una leyenda que cuenta
cuánto tuvo que ver con su ángel de la guarda, un ángel tan duro como él.” </div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Y así es; el libro no tiene un solo protagonista sino
dos: Ringo Bonavena y Ángel, una especie de hermano gemelo enviado por Dios
que hace de contrapunto de Ringo y que, aparte de él, sólo algunos son capaces
de ver y oír. Ángel seguirá y protegerá siempre a su hermano, estará en su
rincón en todos los combates y le acompañará en sus peores momentos. Por si
fuera poco, entre el resto de personajes (que incluyen a los Beatles, Mirtha
Legrand, El Mono Gatica, Goyo Peralta, Yoko Ono y Sally Conforte) <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>también figura “Tata Dios”, o sea, Dios Padre
Todopoderoso, que observa desde el cielo la suerte de Ringo, ayudándole y
guiándole cuando lo necesita pero también bajando a la tierra —encarnado en individuos
de lo más insospechado— para castigarle cuando se lo merece. ¿Es posible juntar en una misma novela a un
famoso boxeador, a su ángel de la guarda y al mismísimo Dios en persona de una
manera verosímil? La respuesta es un contundente sí. Ese es el gran mérito
de Argemí, hacer que todo encaje y que además parezca fácil y natural.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
La trama abarca desde el nacimiento de
Bonavena hasta su trágico asesinato a manos de un matón a las puertas del
Mustang Ranch (todavía hoy se especula sobre el motivo, aunque todo apunta a un
lio de faldas con la mujer del propietario del burdel), pasando por sus
primeros lances como boxeador profesional en E.E.U.U., sus enfrentamientos con
los más grandes —especialmente gracioso es su combate contra Frazier—, la
vuelta a Argentina y su última gira estadounidense, todo ello narrado con un estilo fluido y accesible, lleno de modismos
argentinos y punteado por el inconfundible sentido del humor de Bonavena,
como en este diálogo que mantiene con un periodista:<o:p></o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
“El de más acá:
¿Qué opina de los jóvenes hoy?</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Ringo: ¿Por qué
tengo que opinar de los jóvenes? ¡Qué sé yo de los jóvenes! Yo no tuve tiempo
de ser joven… ¿Por qué no opina usted? ¿Qué piensa de los jóvenes?</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
—Usted es
deportista, debería ser un ejemplo para los jóvenes.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
—¿Estás loco
vos? ¡Soy un boxeador! ¡Que se vayan a estudiar! ¿Qué tenés en la cabeza?”<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
El libro está
estructurado en 67 breves capítulos,
lo que hace que su lectura sea muy ágil
y cómoda. Si a eso le sumamos la magnífica edición de Edebé con su
encuadernación en tapa dura, el generoso tamaño de la letra, la calidad del papel
y la preciosa portada, no entiendo cómo no se acercan ustedes ahora mismo a su
librería habitual para hacerse con un ejemplar de esta extraordinaria novela.<o:p></o:p></div>
Marcoshttp://www.blogger.com/profile/12701487498193732733noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7901266639011073499.post-41554661444994531682014-07-15T20:29:00.000+02:002014-09-08T20:15:20.171+02:00LITERATURA Y BOXEO: “ENTRE LAS CUERDAS”<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJn_xRvqBzMF2V3vn8ONQzW9gOe7CTS0OdxCy7dBJSVmaimSAc8QwW2j72HT4BUdS20VQmXZK4v6jE0a79q9Slih4lK4MJfxulPsIHZW1QRm-tZbkr45ZAwN80sq76_nr4rDNd8YYeMCJN/s1600/07+'Entre+las+cuerdas'+-+L.+Wacquant.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJn_xRvqBzMF2V3vn8ONQzW9gOe7CTS0OdxCy7dBJSVmaimSAc8QwW2j72HT4BUdS20VQmXZK4v6jE0a79q9Slih4lK4MJfxulPsIHZW1QRm-tZbkr45ZAwN80sq76_nr4rDNd8YYeMCJN/s1600/07+'Entre+las+cuerdas'+-+L.+Wacquant.jpg" height="320" width="215" /></a><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Entre las cuerdas, cuadernos de un aprendiz
de boxeador</i><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Loïc Wacquant </div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Ensayo </div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Ed. Alianza,
2004, 242 págs.<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">(Reseña publicada originalmente en la web de
<strong><a href="http://boxeototal.com/2014/02/01/literatura-y-boxeo-%e2%80%9centre-las-cuerdas%e2%80%9d/" target="_blank">BoxeoTotal</a></strong> el 1 de febrero de 2014)</i><o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
La historia de
este libro es bien curiosa. Su autor, Loïc Wacquant, no es escritor, ni
periodista deportivo y mucho menos boxeador, sino un profesor de Sociología de
la Universidad de Berkeley, California, que a finales de los años ochenta
decidió realizar un estudio sobre la desigualdad social en un gueto de Chicago
y como lugar de observación se apuntó a un gimnasio situado en un
barrio degradado de mayoría afroamericana. Para su propia sorpresa, Wacquant se
fue enganchando poco a poco al boxeo, empezó a entrenar con asiduidad y fue
aceptado como uno más dentro de la pequeña comunidad negra de boxeadores del Woodland Gym —quienes lo bautizaron con el apodo de “Busy Louie” (algo así como “Louie
el currante”)—, lo cual tiene su mérito, porque (no se dejen engañar por la
portada) Loïc Wacquant es blanco, gafotas, enclenque y tiene cara de no haber
roto un plato en toda su vida. Así, lo que empezó como una excusa para
desarrollar un ensayo sociológico se acabó convirtiendo en el tema central del
libro que nos ocupa.<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Como buen
profesor universitario, investigador etnográfico y autor de otras tantas obras
de teoría social, la prosa de Wacquant es bastante exigente; sin llegar a ser
sesuda o incomprensible, sí requiere cierta atención y esfuerzo por parte del
lector. No se trata de un ensayo ligero, aunque también es cierto que según
avanzan las tres secciones en que se divide el libro, el análisis objetivo va
dando paso a una mayor implicación y protagonismo del autor en el texto,
haciéndolo más narrativo y menos académico. <o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
La primera parte,
titulada <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La calle y el ring</i>, es la
más extensa. En ella el autor nos acerca a la vida cotidiana de un boxeador
amateur y, por extensión, a la de todos sus compañeros del Woodland y
especialmente a la de su entrenador, DeeDee. Como un <i style="mso-bidi-font-style: normal;">voyeur</i> que además de mirar por el ojo de la cerradura se atreve a
meter la llave y cruzar la puerta para intervenir en la acción, Wacquant
describe, explica, analiza y sintetiza las interioridades del boxeo, lo que
ocurre entre bambalinas: las rutinas de los entrenamientos bajo la férrea
disciplina de DeeDee —el único autorizado para marcar los tiempos— y las
relaciones que se establecen dentro del grupo de púgiles, tanto amateurs como
profesionales. El discurso está construido a partir de sus propias
observaciones y experiencias, de las notas que tomaba casi cada día al llegar a
casa después del entrenamiento, del abundante material fotográfico y las
entrevistas grabadas <i style="mso-bidi-font-style: normal;">in situ</i> durante
los tres años que duró su aventura. Al igual que en los libros de “periodismo
participativo” de George Plimpton, el lector va aprendiendo a la vez que el
autor los entresijos del deporte, y no sólo las cuestiones técnicas y físicas,
sino también la sinergia sociológica: la administración del capital corporal,
el imprescindible control de las emociones (la “educación emocional”) y la libido (el eterno debate sobre las relaciones sexuales antes de un combate), la
elección de un sparring adecuado, el estilo de vida que rodea a un boxeador y
los problemas que sobrellevan los deportistas en un contexto tan duro. <o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
En la segunda parte,
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Una velada en el Studio 104</i>, Wacquant
acompaña a un boxeador profesional, Curtis Strong, el peso superligero más
prometedor del gimnasio, durante un combate. Aquí el análisis del autor gira en
torno a una velada profesional: el pesaje, los personajes que ofrecen sus
servicios a tanto por pelea (<i style="mso-bidi-font-style: normal;">cutmen</i>,
preparadores físicos, masajistas, doctores…), los nervios y dudas del púgil
antes de subir al ring, el desarrollo de la contienda y, finalmente, la
celebración del triunfo.<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
La tercera parte
describe las propias vivencias del autor como boxeador para preparar su primer
y único combate de los <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Golden Gloves</i>,
el torneo amateur más importante de Estados Unidos. Como decía al principio, tanto
este capítulo como el anterior son menos teóricos y más narrativos que el
primero. Aquí seguimos el intenso
entrenamiento de “Busy Louie”, los ánimos de sus compañeros y el ambiente del
gimnasio durante los días antes de la fecha clave, un ambiente marcado por aquella
sorprendente derrota de “Iron” Mike Tyson contra James “Buster” Douglas a
principios de 1990. Paralelamente, crecen los escrúpulos de su entrenador DeeDee
acerca de si dejarle pelear o no: “Ashante me confesará que DeeDee había dudado
hasta el último momento de dejarme subir al ring: «no quiero que maten a
Louie».” Una vez acabados los tres asaltos, y tras las felicitaciones de sus
compañeros por el buen papel realizado y por haber hecho honor al prestigio del
Woodland, escribe Wacquant: “Ashante me pregunta con entusiasmo por mi próximo
combate cuando DeeDee interrumpe el festejo: «No habrá una próxima vez. Ya has
tenido tu combate. Ahora ya tienes bastante para escribir tu maldito libro. Tú
no necesitas subir al ring».”<o:p> </o:p></div>
<br />Marcoshttp://www.blogger.com/profile/12701487498193732733noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7901266639011073499.post-72179569947818234672014-06-12T17:20:00.000+02:002014-07-15T20:30:20.477+02:00LITERATURA Y BOXEO: “EL ÚLTIMO GANCHO DE KID FRACASO”<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjk0PQwLgsBJ_M8JSIpcmXnA72D5gmxvfMecNLerDguZKaINioA9lyH7fo7r3_e1firYDDBtCbcMuHbMwErDBtz728P7gA2JJFOzHlJcptHapWxuJUTXGZfXUPtvTnhcexFL_X_zZuM4RD5/s1600/20+'El+%C3%BAltimo+gancho+de+Kid+Fracaso'+-+P.+Flores.png" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjk0PQwLgsBJ_M8JSIpcmXnA72D5gmxvfMecNLerDguZKaINioA9lyH7fo7r3_e1firYDDBtCbcMuHbMwErDBtz728P7gA2JJFOzHlJcptHapWxuJUTXGZfXUPtvTnhcexFL_X_zZuM4RD5/s1600/20+'El+%C3%BAltimo+gancho+de+Kid+Fracaso'+-+P.+Flores.png" height="320" width="227" /></a></div>
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">El último gancho de Kid Fracaso</i><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Pedro Flores</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Poesía</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Ed. El ángel
caído, 2011, 44 págs.<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">(Reseña publicada originalmente en la web de
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><a href="http://boxeototal.com/2014/01/16/literatura-y-boxeo-%e2%80%9cel-ultimo-gancho-de-kid-fracaso%e2%80%9d/" target="_blank">BoxeoTotal</a> </b>el 16 de enero de 2014)</i><o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Hoy les presento
un libro de poesía. Antes de que huyan despavoridos y abandonen inmediatamente
esta página, permítanme decirles que yo tampoco soy un gran fan del género, a pesar
de lo cual les recomiendo fervientemente la lectura de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El último gancho de Kid Fracaso</i>, breve volumen que recoge veintisiete
poemas del canario Pedro Flores. Olviden sus prejuicios y sus reparos, aquí no
encontrarán metáforas alambicadas, lenguaje artificioso ni conceptos
enrevesados; de hecho, por no encontrar ni siquiera encontrarán rima, ni
asonante ni consonante. Por eso, más que hablar de poesía, quizá sería más
adecuado hablar de poemas en prosa o de prosa poética, un enfoque que no impide
que aparezcan sublimes destellos de lucidez: “Me han dado hasta en los
recuerdos”, reconoce un boxeador tras perder un combate en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Sin tregua</i>, “Mi alma debe demasiados años / de alquiler por este
cuerpo” se lamenta un viejo púgil obligado a volver al ring para poder pagar todo
lo que debe en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Inventario</i>.<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Como ven este no
es un libro sobre ganadores. Flores no elogia la gloria del vencedor ni se deja
deslumbrar por los focos del éxito, de la fama y de las grandes veladas con
cinturones en juego. Tal y como confiesa el narrador de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">No tengo perdón</i>, “Podría llegar a ser campeón. / Podría entonces
tener un coche caro / y transigir en veladas benéficas. / Pero entonces esto
perdería todo / su jodido lirismo.” Así, la suya es una poesía del fracaso, del
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">knock out</i> y de la caída —“Caer como
un roble en sus dominios / después de cien años mirando al Sol / frente a
frente” (<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Caer</i>)—. Una poesía que da
voz a esa masa invisible de púgiles del montón, los mediocres cuyos nombres
nunca aparecerán en negro sobre blanco, los boxeadores de barrio, los pobres
que luchan por algo más que el reconocimiento, los que pelean por la supervivencia:
“Pero es siempre la misma mentira: / no es nada personal. / Otros aplauden. /
Otros cobran. / La sangre es siempre la nuestra” (<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Hermanos de sangre</i>).<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Los poemas de
Pedro Flores están teñidos de melancolía, del sabor amargo de la derrota, de
las frustraciones tatuadas en la piel, de la aceptación de las limitaciones que
implica la vida arrabalera de la gente humilde, de las cicatrices que dejan las
decepciones, de las batallas perdidas y de los triunfos a deshora (para otro
año perdido sin pena ni gloria). “Salgo a la calle magullado y tuerto. / Suena
desde algún lugar de este mundo / una enorme invisible campana / y comienza
otro combate / en el que tampoco gano nunca” (<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Sin tregua</i>).<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
En general, se
trata de composiciones de versos cortos que pocas veces superan las quince
líneas y que incluso en ocasiones se acercan al haiku japonés, como en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">K.O.</i> (“Si pintaran tu boca en el suelo…
/ Sería tan hermosa entonces / esa maldita costumbre / de besar la lona.”) e <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Inconvenientes</i> (“Hace meses que no me
dan una pelea: / sé fingir muy bien que me caigo, / pero no sé fingir que me
arrastro.”) </div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
El lenguaje,
como les decía, es contundente, claro, directo y descarnado como el propio
boxeo; Flores no busca decir nada más que lo que quiere decir. Sí detecto, en
cambio, cierto gusto por las referencias a lugares y personajes de la cultura clásica
(Cartago, Bizancio, los galos de Alesia, Alejandro Magno, un hoplita lacedemonio,
las Termópilas, Serotrio, Hispania, Ulises…), lo cual no supone ningún problema
para alguien que, como yo, no sea muy versado en esa temática. <o:p></o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Por si fuera
poco, los poemas vienen acompañados de las magníficas ilustraciones de Agnes
Daroca en las que predominan los colores vivos —el rojo sangre, los naranjas,
ocres y negros— y los trazos expresivos que complementan perfectamente esta
anatomía del fracaso que son los veintisiete poemas de Pedro Flores.<br />
<o:p></o:p> </div>
Marcoshttp://www.blogger.com/profile/12701487498193732733noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7901266639011073499.post-83771554366738876692014-05-28T19:21:00.000+02:002014-09-08T20:09:14.788+02:00EL ARTE CONTEMPORÁNEO COMO ESTADO DE ÁNIMO<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjT_q1c4OJ1XLpdPA3nfVOmFxajiuMN8wXrcyPJdMSEi6yrwEQRdEVWD5wRI5ZfQ57HPhWxrWfIi6sM3FrNdaeXc285opHwHKau6ahNph47NPloYZ2rNWNYcT_VLqJaVrFPHOex-cwBZyVt/s1600/19+'Kassel+no+invita+a+la+l%C3%B3gica'+-+E.+Vila-Matas.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjT_q1c4OJ1XLpdPA3nfVOmFxajiuMN8wXrcyPJdMSEi6yrwEQRdEVWD5wRI5ZfQ57HPhWxrWfIi6sM3FrNdaeXc285opHwHKau6ahNph47NPloYZ2rNWNYcT_VLqJaVrFPHOex-cwBZyVt/s1600/19+'Kassel+no+invita+a+la+l%C3%B3gica'+-+E.+Vila-Matas.jpg" height="320" width="184" /></a><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Kassel no invita a la lógica</i><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Enrique
Vila-Matas</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Novela</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Ed. Seix Barral,
2014, 300 págs.<o:p></o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Me imagino que ya conocen la historia:
en 2012 Vila-Matas fue invitado a participar en la decimotercera edición de la feria
de arte contemporáneo Documenta de Kassel. Su tarea, sentarse a escribir en un
restaurante chino de las afueras de la ciudad durante unos días, convirtiéndose
así en una especie de instalación viviente. Esta extraña y atractiva propuesta
se convirtió poco después en la novela <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Kassel
no invita a la lógica</i>, donde un narrador con <i style="mso-bidi-font-style: normal;">alter egos</i> (Autre y Piniowsky), relata sus experiencias durante una
semana en el festival alemán.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
A estas alturas
creo que resulta intrascendente preguntarse si ese narrador es o no Vila-Matas.
Por supuesto que lo es y no lo es; llevando una vida tan absolutamente
literaria como la de Vila-Matas resultaría casi obsceno que ahora se pusiese a
inventar aventuras, pero por otro lado sus aventuras no necesariamente son tan
radicalmente literarias como para que no haga falta inventarlas también un poco.<o:p></o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Aunque hace años que la sigo, empecé a
leer la obra de Vila-Matas relativamente tarde, recién estrenado el siglo,
más o menos. Como tantos otros, me volví un fanático de su <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Historia abreviada de la literatura portátil</i>, de ahí pasé a <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Bartleby y compañía</i>, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El Mal de Montano</i>, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Doctor Pasavento</i>, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El viaje
vertical</i>, etc. Es sin duda el autor del que más libros he leído —puedo
decir que he leído prácticamente todo lo que ha escrito— por múltiples motivos:
porque ha sabido crear su propio universo literario —una liga única en la que
sólo juega él—, porque en su narrativa, como en el jazz, se respira improvisación
y libertad, porque parece una buena persona, porque es raro, porque en
ocasiones se contradice (como yo), por su finísima ironía, porque borra los
límites entre géneros, porque me cuesta descifrar cuando habla en serio y
cuando en broma, porque es humano, porque se repite mucho (como yo) y a veces
es pesadísimo (como yo), porque trata de camuflar su fantasiosa erudición,
porque a veces hace un triple salto mortal y ¡chimpum! cae de pie, porque miente (como yo), porque intenta que cada nueva obra sea diferente de la
anterior, por su uso (y abuso) de la anástrofe, porque utiliza la angustia y el
bloqueo como motor creativo, porque leyéndole uno aprende y porque abre un abanico de
autores y lecturas paralelas prácticamente inabarcable —él me descubrió a
Walser, a Gombrowicz, a Perec, a Montaigne, a Musil, a Lobo Antunes, a Tavares,
a Argüello, a Chejfec y a tantos otros—.<o:p></o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Sin embargo, la razón esencial por la
que leo a Vila-Matas con devoción no es ninguna de las anteriores, sino otra
bien sencilla: porque leer a Vila-Matas me da ganas de escribir (seguramente por
eso es considerado un “escritor para escritores”). En cada una de sus novelas
encuentro mil y un estímulos para sentarme a aporrear el teclado —cosa que al
final acabo no haciendo nunca—. Parece sencillísimo, sólo hay que mezclar un
poquito de biografía, cierta rareza, algunas citas literarias y dejar vagar la
mente para que lo amalgame todo, ¿fácil, verdad? Sí, ojalá lo fuera. De cada
uno de sus libros saco tres o cuatro títulos, todos muy sugerentes, de obras
que jamás escribiré: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Circulaba por París
un coche fúnebre</i>, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Lo que realmente
pasa cuando no pasa nada</i>, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El espíritu
de la escalera</i>, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Cuaderno de Praga</i>
o <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Un bar en las Azores</i>...<o:p></o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Pero volvamos a <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Kassel</i>… No sé por qué, pero la lectura de esta novela me produjo una
extraordinaria somnolencia. Ojo, no aburrimiento, no bostezos, no cansancio, no
desinterés; simplemente me daba sueño. Bueno, sí sé por qué: esa semana tuve
mucho trabajo y llegaba muy cansado a casa. El caso es que a las pocas páginas
me quedaba dormido y soñaba que era yo el que había viajado hasta Kassel en
busca del misterio del universo, a iniciarme en la poesía de un álgebra desconocida,
a desentrañar los entresijos del arte contemporáneo, a construirme una cabaña
para pensar y a sentarme a escribir en el Dschingis Khan. Y así cada noche. El
efecto se vio agravado al leer que “ninguna religión sirvió nunca para nada,
pues el sueño fue siempre más religioso que todas las religiones juntas, quizás
porque cuando dormimos estamos en realidad más cerca de Dios” (pg. 182) y que
dormir “era como conectar con el sueño divino que sostiene el mundo”. Aun así, logré acabar el libro.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Debo decir que <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Kassel</i>… no es la mejor novela de
Vila-Matas ni tampoco la peor, con lo que gustará a sus seguidores y no dará
motivos para cambiar de opinión a sus detractores.<o:p></o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Otro asunto es la defensa a ultranza
del arte contemporáneo que hace el narrador, quien eligió tiempo atrás
posicionarse en el bando de la vanguardia, enarbolar el estandarte de la innovación
y la transgresión y apoyar a todos aquellos artistas que estuviesen de su lado.
He estudiado demasiada arquitectura y arte modernos (casi todas las asignaturas
optativas que cursé durante la carrera estaban relacionadas con la historia del
arte y la crítica artística) como para mirar la creación contemporánea por
encima del hombro con una risita irónica. Por tanto, no pongo en duda que una habitación
a oscuras, una corriente de aire, un galgo con una pata rosa o un descampado lleno
de escombros puedan considerarse obras de arte; pueden, en efecto, producir una
especulación filosófica, estimular cierto conocimiento posterior y sugerir un
análisis teórico más allá de lo que representan. De acuerdo. Pero exactamente
lo mismo puede decirse de un buzón de correos, del vuelo de una gaviota, del
perro de mi vecino, del sexto árbol de un parque o del atardecer de, no sé, el
13 de noviembre de 2006. <br />
Es decir, no porque alguien —un <i style="mso-bidi-font-style: normal;">artista</i>— me presente algo relativamente cotidiano como arte, eso <i style="mso-bidi-font-style: normal;">necesariamente</i> va a desencadenar una serie de trastornos y
emociones en mi interior (no necesito su bendición); es la predisposición de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">mi </i>espíritu al visitar una feria de arte
o una sala de exposiciones la que permite y facilita que se genere esa emoción. Sin esa predisposición del alma, un descampado es un simple
descampado, cosa que no puede decirse, por ejemplo, de un cuadro de Velázquez
(que no es un simple cuadro). <br />
En consecuencia, tal y como yo lo veo, hoy en día el
arte contemporáneo es más un estado de exaltación del ánimo del receptor que un
mérito del productor. El mundo <i style="mso-bidi-font-style: normal;">es</i>
arte; yo encuentro gozo estético y motivos de reflexión intelectual en cada
esquina, en cada minuto de mi vida. Los embalajes de los productos del
supermercado son un auténtico estallido de formas y colores, un prodigio del diseño
gráfico, ¿hace falta que venga Andy Warhol a decírmelo? Lo único malo es que —como
bien sabe el narrador de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Kassel</i>…—
mantener ese entusiasmo, esa exaltación anímica, ese arrebato cuasi místico
durante más de una hora agota terriblemente.<br />
<o:p></o:p> </div>
Marcoshttp://www.blogger.com/profile/12701487498193732733noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7901266639011073499.post-50503775438479938902014-04-24T18:32:00.001+02:002014-06-12T17:09:41.986+02:00LITERATURA Y BOXEO: "EL COMBATE", N. MAILER<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjme6OvK3o_FU45mBG5Mk13ww9DXCSkZD8ye5Q0PTaVLo7vAd2VA6JS78g18IXnRJK8AFqs3IMWvaqcWpsi5slGoCfx6Tta5ZrgDDfGULUBEEO64p9MaSORe1z7BAu1KbuwUKHwLD618zL1/s1600/05+'El+combate'+-+N.+Mailer.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjme6OvK3o_FU45mBG5Mk13ww9DXCSkZD8ye5Q0PTaVLo7vAd2VA6JS78g18IXnRJK8AFqs3IMWvaqcWpsi5slGoCfx6Tta5ZrgDDfGULUBEEO64p9MaSORe1z7BAu1KbuwUKHwLD618zL1/s1600/05+'El+combate'+-+N.+Mailer.jpg" height="320" width="218" /></a></div>
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">El combate<o:p></o:p></i><br />
Norman Mailer<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
No ficción</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Ed. Contra, 2013, 265
págs.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<o:p><em>(</em><em>Reseña publicada</em><em> originalmente en la web de </em><a href="http://boxeototal.com/2014/01/05/literatura-y-boxeo-el-combate/" target="_blank"><span style="color: black;"><strong><em>BoxeoTotal</em></strong></span></a><em> <span style="mso-bidi-font-style: italic;">el 23 de diciembre de 2013)</span></em></o:p><br />
<o:p><span style="mso-bidi-font-style: italic;"></span></o:p><br />
<o:p><span style="mso-bidi-font-style: italic;">Seguramente ustedes ya conozcan la historia, bien porque tuvieron la suerte de vivirla en directo o bien porque vieron el famoso documental de Leon Gast <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Cuando éramos reyes</i> (1996). Todos tenemos aquel KO grabado en la cabeza: el gigante George Foreman besando la lona como a cámara lenta tras una fulminante combinación de Muhammad Ali. Foreman cayó rodeando a Ali, intentando agarrarlo por la cintura con la mano izquierda mientras Ali lo seguía con la mirada y la derecha amartillada, una derecha que al final no lanzó para no estropear la estética de la caída. Fue justo al final del octavo asalto de un combate que se suponía que iba a ser el último de Ali y en el que muchos temían que acabase gravemente lesionado. Sin embargo, la historia se escribió de otra manera, y Norman Mailer (1923–2007), uno de los máximos exponentes del “nuevo periodismo” y ganador de dos premios Pulitzer, estuvo ahí para contarlo.</span></o:p><br />
<o:p><span style="mso-bidi-font-style: italic;"></span></o:p><br />
<o:p><span style="mso-bidi-font-style: italic;">Kinshasa, Zaire (hoy República Democrática del Congo), 30 de octubre de 1974, 4 a. m. (el combate estaba previsto a las cuatro de la mañana para ajustarse al <i style="mso-bidi-font-style: normal;">prime time</i> de Estados Unidos). Por fin está todo listo para la disputa del campeonato mundial de los pesos pesados que va a enfrentar al temible George Foreman de 25 años (40-0-0, 37 KOs) con <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El Más Grande de Todos los Tiempos</i>, Muhammad Ali, de 32 años (44-2-0, 31 KOs) tras un retraso de un mes por culpa de un corte en la ceja del primero durante un entrenamiento. Como decía al principio, todos ustedes ya saben lo que pasó sobre el ring: Ali sorprendió a todo el mundo haciendo exactamente lo contrario de lo que se esperaba; no bailó, se dedicó a aguantar los cañonazos de Foreman recostado contra las cuerdas<strong> </strong>(la famosa técnica posteriormente conocida como <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Rope-A-Dope</i>), desgastándolo y esperando pacientemente hasta que vio llegar su oportunidad.<o:p> </o:p></span></o:p><br />
<o:p><span style="mso-bidi-font-style: italic;"><o:p></o:p></span></o:p><br />
<o:p><span style="mso-bidi-font-style: italic;"><o:p>Lo que probablemente desconozcan es todo lo que pasó <i style="mso-bidi-font-style: normal;">fuera</i> del ring y <i style="mso-bidi-font-style: normal;">antes</i> de la pelea —como ese silencio sepulcral, ese miedo latente en el vestuario de Ali antes de salir al ring que pone la carne de gallina—, y eso es precisamente lo que hace que este libro sea una narración extraordinaria. Norman Mailer, enviado a Kinshasa en calidad de reportero, fue testigo excepcional de todo lo que ocurrió durante la semana previa al combate. Asistió a los entrenamientos de ambos púgiles, a las ruedas de prensa que ofrecieron, al pesaje que se llevó a cabo… ¡setenta y dos horas antes de la pelea!, se alojó en el hotel donde estaba toda la comitiva de Foreman —además de la mayoría de periodistas enviados a cubrir el evento—, salió a correr unos kilómetros a las cinco de la madrugada con Ali e incluso se llegó a colar en su vestuario antes y después de la contienda, que presenció junto a George Plimpton en segunda fila de ring.<o:p> </o:p></o:p></span></o:p><br />
<o:p><span style="mso-bidi-font-style: italic;"><o:p><o:p></o:p></o:p></span></o:p><br />
<o:p><span style="mso-bidi-font-style: italic;"><o:p><o:p>Todas esas experiencias las plasmó en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El combate</i>, quizá la mejor crónica pugilística jamás escrita. La capacidad de observación de Mailer desde un puesto privilegiado junto a su magnífica calidad literaria y el gusto por las metáforas barrocas y sorprendentes hacen de este libro el retrato definitivo de un combate de boxeo. </o:p></o:p></span></o:p><br />
<o:p><span style="mso-bidi-font-style: italic;"><o:p><o:p></o:p></o:p></span></o:p><br />
<o:p><span style="mso-bidi-font-style: italic;"><o:p><o:p>Mailer describe a todos los actores de la obra, desde el controvertido y siempre polémico promotor Don King hasta el dictador del país, Mobutu Sese Seko, pasando por los sparrings (especialmente el de Foreman, Elmo Henderson) y los segundos de cada uno de los boxeadores: Angelo Dundee, Ferdie Pacheco y Drew “Bundini” Brown en la esquina de Ali y Dick Sadler, Sandy Saddler y el ex-campeón Archie Moore en la de Foreman. Por mucho que ya se conozca el final, al sumergirse entre las páginas de este libro uno tiene la sensación de estar ahí, en el Zaire, de estar viviendo el ambiente previo al campeonato del mundo, de respirar el mismo aire que respiraron sus protagonistas.<o:p><strong> </strong></o:p></o:p></o:p></span></o:p><br />
<o:p><span style="mso-bidi-font-style: italic;"><o:p><o:p><o:p></o:p></o:p></o:p></span></o:p><br />
<o:p><span style="mso-bidi-font-style: italic;"><o:p><o:p><o:p>Hace años, durante mucho tiempo, anduve buscando sin éxito un ejemplar de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El combate</i>. Encontré algunos de segunda mano en internet, en la edición de Grijalbo de 1976, por los cuales me pedían unas sumas obscenas de dinero. Finalmente acabé comprando uno a un precio alto, pero no desorbitado, que prefiero no recordar. Por suerte para ustedes<strong> </strong>la <a href="http://editorialcontra.com/producto/el-combate/" target="_blank"><strong>editorial Contra</strong></a> se ha encargado de reeditar este mismo año esta joya de la literatura boxística (que, por supuesto, me volví a comprar) a un precio más que razonable. No pueden dejar escapar esta oportunidad.</o:p></o:p></o:p></span></o:p><br />
</div>
Marcoshttp://www.blogger.com/profile/12701487498193732733noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7901266639011073499.post-75290965620594678982014-03-31T18:14:00.001+02:002014-04-27T19:10:13.020+02:00PREGUNTAS<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhk8cQh2ms1f_1gHY-PIuvC7CL7O49ILIkQwvQPNNeCw26QGNPMGg35HLlfqc-Ss9fC6VGLx4S9NGXmLyZnS9HkvJGsk0bGFej_MT06ceTR5MxL9KXk6vkuLZPT09F0hmJMrkm1JFAQ7maP/s1600/16+'El+sentido+interrogativo'+-+P.+Powell.png" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhk8cQh2ms1f_1gHY-PIuvC7CL7O49ILIkQwvQPNNeCw26QGNPMGg35HLlfqc-Ss9fC6VGLx4S9NGXmLyZnS9HkvJGsk0bGFej_MT06ceTR5MxL9KXk6vkuLZPT09F0hmJMrkm1JFAQ7maP/s1600/16+'El+sentido+interrogativo'+-+P.+Powell.png" height="320" width="198" /></a><i style="mso-bidi-font-style: normal;">El sentido interrogativo</i><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Padgett Powell</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Literatura
experimental</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Ed. Alpha Decay,
2012, 155 págs.<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
¿Se puede
construir una novela únicamente a base de frases interrogativas? No, no se
puede. O mejor dicho, no sé si se puede —sería interesante que alguien lo
intentara—, pero desde luego no es ni mucho menos lo que pretende Padgett
Powell en este libro. Por lo tanto, a la pregunta que formula el subtítulo de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El sentido interrogativo, ¿Una novela?</i>,
habría que responder que no, que no lo es, al menos si nos atenemos a la
definición de “novela”<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>de la R.A.E: “Obra
literaria en prosa en la que se narra una acción fingida en todo o en parte, y
cuyo fin es causar placer estético a los lectores con la descripción o pintura
de sucesos o lances interesantes, de caracteres, de pasiones y de costumbres”.<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
El libro de
Powell no narra ninguna acción ni describe absolutamente nada. Simplemente está
compuesto por preguntas y más preguntas una detrás de otra, a veces
relacionadas entre ellas aunque en general no parecen seguir ningún orden
concreto más allá del puramente aleatorio. Esto no impide que puedan “causar
placer estético a los lectores”; se trata de un libro ingenioso y, a su manera,
extremadamente interesante. Me explico: entre tantísimas preguntas es imposible
que no hayan varias que nos toquen de cerca, que nos hagan reflexionar, que nos
permitan abordar cuestiones que de otra manera nunca nos hubiésemos planteado. En
este sentido se parece mucho al libro <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Me
acuerdo</i> de Perec que comenté hace poco en este mismo blog, especialmente
cuando Powell nos interroga sobre si “¿Haber recogido cascos de Coca-Cola para
cambiarlos por dinero se cuenta entre los recuerdos entrañables de tu
infancia?”, y otras preguntas por el estilo.<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Hace tiempo tuve
un compañero de trabajo muy preguntón (por no decir indiscreto); siempre estaba
con un signo de interrogación colgado de la boca. La mayoría eran cuestiones anodinas que
optaba por no contestar, pero entre toda esa avalancha interrogativa de vez en
cuando el tío daba en el clavo. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Esa</i>
era la pregunta que debía hacerme a mí mismo en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">aquel</i> preciso momento. Pues esto es lo que ocurre con el libro de
Powell.<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Inevitablemente,
la lectura se demora más de lo que parecería a priori porque tarde o temprano
el lector empieza a contestar al autor —en el fondo, a sí mismo—. Casi siempre
basta con <i style="mso-bidi-font-style: normal;">sí, no, no, sí, sí, no</i>…
pero a veces hay que pararse y pensar de verdad. Pensar <i style="mso-bidi-font-style: normal;">a fondo</i>. Por ejemplo:<o:p></o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
“¿Cuál es el
acontecimiento más importante que ha pasado cerca de ti? (Pg. 31)</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Tras largas deliberaciones, creo que las Olimpiadas
de Barcelona 92.</div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
“¿Cuál ha sido,
hasta la fecha, el mejor día de tu vida?” (Pg. 61)</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Uf, difícil difícil…
Cualquier día de verano en la playa de Empuries, pero no sé exactamente cuál.
Sigo dándole vueltas…<o:p></o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
“Si alguien se
te acerca y te dice: «Llévame a donde la música» ¿de qué manera le
responderás?” (Pg. 65)</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Si es un hombre
le llevaría a la estantería donde guardo todos mis vinilos; si es una mujer, ¡dios!
le preguntaría si quiere casarse conmigo.</div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
“¿Alguna vez has
oído la expresión «Las palmaditas que te dieron en el instituto son las patadas
en el culo que te dará la vida»?” (Pg. 98)</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
No la había
oído, pero se ajusta tantísimo a mi propia experiencia que creo que la voy a
adoptar como epitafio.<o:p></o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
“¿Hay algo mejor
que la nieve fuera y el fuego dentro?” (Pg. 140)</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Definitivamente,
no. Quizá el fuego acompañado de un buen libro y un vaso de single malt.<span style="mso-tab-count: 1;"> </span><o:p></o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
¿Recomendaría la
lectura de este libro? Sí, pero sólo a los que les pique la curiosidad o a los
que busquen excentricidad y riesgo en la literatura más que un argumento. Hace
años (¡casi qince ya!) estuve viviendo en Lyon con una beca Erasmus mientras
“estudiaba” quinto curso de Arquitectura. Recuerdo que tanto alumnos como
profesores solían echar mano con frecuencia de una coletilla que decía “Parfois c'est plus
intéressant poser des questions que donner des responses” (“A veces es más
interesante plantear las preguntas que dar las respuestas”). A pesar de que a menudo la utilizaban porque en realidad no tenían ni idea de la respuesta y les
servía como elegante subterfugio (muy francés, todo sea dicho), estoy bastante
de acuerdo con la frase. Sin embargo, en más de una ocasión me entraron ganas
de decir “Sí, pero tampoco nos podemos pasar la vida preguntando, de vez en
cuando también hay que dar alguna respuesta”. Pues eso, ¿se puede construir una
novela únicamente a base de frases interrogativas?</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
</div>
Marcoshttp://www.blogger.com/profile/12701487498193732733noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7901266639011073499.post-22360359113206047832014-03-26T20:01:00.001+01:002014-06-12T17:09:25.859+02:00LITERATURA Y BOXEO: “EL PROFESIONAL”, W. C. HEINZ<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgc8h9LtifNPaa3nmU_S_qM4PU9Mh5e5j7YjeLTvywOUoUzvTG40d3w97rIxWuRtAeuaV2O9DGJmt0KQ11Icdv8Z6tyid4OXS4iV5EGGE9N_NPiGzEuphmc1U90Ib3h5abXFDVb6YqYNBl8/s1600/15+'El+Profesional'+-+W.+C.+Heinz.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgc8h9LtifNPaa3nmU_S_qM4PU9Mh5e5j7YjeLTvywOUoUzvTG40d3w97rIxWuRtAeuaV2O9DGJmt0KQ11Icdv8Z6tyid4OXS4iV5EGGE9N_NPiGzEuphmc1U90Ib3h5abXFDVb6YqYNBl8/s1600/15+'El+Profesional'+-+W.+C.+Heinz.jpg" height="320" width="241" /></a></div>
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">El Profesional</i><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
W. C. Heinz</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Novela</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Ed. Gallo Nero, 2012,
381 págs.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<o:p><em>(</em><em>Reseña publicada</em><em> originalmente en la web de </em><a href="http://boxeototal.com/2013/12/04/literatura-y-boxeo-el-profesional/" target="_blank"><span style="color: black;"><em>BoxeoTotal</em></span></a><em> <span style="mso-bidi-font-style: italic;">el 4 de diciembre de 2013)</span></em></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<o:p><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;"></span></i></o:p> </div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Hoy voy a
hablarles de una novedad, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El Profesional</i>
de W. C. Heinz, una novela publicada originalmente en 1958 recientemente
editada en castellano por la editorial Gallo Nero. Heinz (1915-2008) fue un
periodista deportivo estadounidense considerado el decano de toda una
generación de escritores como Norman Mailer, Truman Capote, Tom Wolfe, Gay
Talese o Hunter S. Thompson, que hacia los años 60 crearon aquella corriente
que se dio en llamar “nuevo periodismo”, caracterizada por aplicar recursos y
técnicas de la literatura de ficción a los artículos de prensa en los que el
autor se implicaba directamente y asumía un mayor protagonismo.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Es importante
tener esto en cuenta porque, aunque se trate de una obra de ficción, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El Profesional</i> también puede leerse como
un extenso artículo periodístico. El narrador, Frank Hughes, es un periodista
deportivo que acompaña al boxeador Eddie Brown durante todo el mes previo a su
combate por el título mundial de los pesos medios con el objetivo de escribir
un artículo sobre él. La acción transcurre en el campo de entrenamiento de
Eddie, un viejo hotel destartalado junto a un lago a las afueras de Nueva York,
regentado por el propietario y su mujer, donde también se alojan y entrenan
otros púgiles. Las carreras matutinas, las dietas, el trabajo de gimnasio, la
relación de Eddie con sus sparrings, con su mánager y su preparador físico constituyen
el material que Hughes va recopilando para su artículo, y que por extensión, forma
el eje principal de la novela.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Por tanto, más
que una novela sobre boxeo quizá habría que hablar de una novela sobre las expectativas o la preparación <i style="mso-bidi-font-style: normal;">antes</i> de un gran
combate de boxeo; no esperen encontrar aquí una acción trepidante, a lo largo
del libro en realidad no pasa gran cosa. De hecho, el desenlace, lo que es
estrictamente la narración de la contienda final —que exige un tremendo
esfuerzo por parte del lector para no leer por adelantado— ocupa apenas 5 de
las 381 páginas del libro. ¿Dónde radica, entonces, su interés? Pues, por
ejemplo, en la habilidad de Heinz para construir todo un elenco de personajes
extremadamente verosímiles, se diría que casi reales, que rodea a los
protagonistas: Al Penna —boxeador bromista, siempre de buen humor—, Johnny Jay
—preparador físico de Eddie, ex boxeador de verborrea incontenible cargado de
anécdotas, como el hilarante método que usaba para evitar pelear en la corta
distancia a base de comer ajo crudo—, Girot —el servicial propietario del
hotel— y muchos otros más. Mención aparte merece Doc Carroll, mánager y
entrenador de Eddie Brown, auténtico filósofo del cuadrilátero, acaso el último
sabio del noble arte que, a pesar de llevar más de cuarenta años de experiencia
sobre sus espaldas, nunca ha coronado a un campeón del mundo. La pelea de Eddie
será su última oportunidad para conseguirlo.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
También son
excepcionales las reflexiones sobre la práctica boxística que comparten Hughes
y Eddie a raíz de la muerte de uno de los personajes, sobre la génesis de la
pulsión que lleva a un hombre a querer pegarse con otro —“¿Qué tienes en la
cabeza cuando das a otro hombre un puñetazo lo más fuerte que puedes? / Quiero
batirle. Él está tratando de batirme y yo trato de batirle. Eso es lo único que
hay.”—, las contradicciones que ese instinto suscita —“Peleamos así diez
asaltos. No aflojamos nunca y, cuando gané a los puntos, ¿sabes lo que quería
hacer? (…) Quería besarle. ¿Cómo se habría visto eso? (…) Quiero decir, durante
diez asaltos quise matarle y él peleó como si quisiera matarme, y luego quería
besarle. (…) Explícame eso.”— y los remordimientos de conciencia que a veces
implica —“Ezzard Charles me dijo una vez que, después de haber noqueado a un
hombre, a menudo empezaba a pensar esa noche, o al día siguiente, que quizá
podría haber ganado sin noquearle. Empezaba a arrepentirse del KO”—.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Estilo de la
novela es ágil, W. C. Heinz se apoya básicamente en el diálogo para desgranar
las relaciones entre los personajes y describir la tensa espera, la preparación
previa a un combate con un cinturón mundial en juego.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Para acabar, permítanme
reproducir un pasaje del libro que un servidor suscribe palabra por palabra. Me
van a perdonar la extensión, pero creo que vale la pena: pueden ustedes hacer un
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">copiar-y-pegar</i> y enviárselo a todas
aquellas personas que no entienden por qué aman (amamos) un deporte
supuestamente cruel y violento como es el boxeo.<o:p> </o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<o:p></o:p> </div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<o:p></o:p>“—¿Por qué te
gusta tanto ver boxear?</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
—Porque veo
muchas cosas en el boxeo</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
—¿A qué te
refieres?</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
—A la ley
esencial de hombre. La verdad de la vida. Es una pelea, un hombre contra un
hombre, y si vas a derrotar a otro hombre, lo derrotas por completo. No le
matas de hambre, como intentan hacer en el mundo competitivo, elegante y limpio
del comercio. Le dejas allí tumbado, en el suelo, sin sentido.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
—Supongo que es
eso. No sé.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
—Mira. Yo no
estoy defendiendo esto. No estoy diciendo que sea bueno. Solo estoy diciendo
que existe. Está en el hombre, en todos los hombres. Estoy en contra de la
violencia. Detesto las discusiones. Creo en un mundo en el que todo se haga
mediante la razón y con honestidad, y donde la fuerza no valga para nada. Quizá
llegue dentro de siglos, pero por ahora todavía queda ese resto del animal en
el hombre y la ley de la vida está todavía en la ley de la selva, en la supervivencia
del más apto. Mientras eso sea verdad, creo que el hombre se revela a sí mismo
de forma más completa en la pelea que en cualquier otra modalidad de reto
expresivo. Es la guerra generalizada otra vez, y la autorizan y venden entradas
y la gente va a verla porque, sin darse cuenta siquiera, ve en ella esta
verdad.”</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Sólo por estas
líneas ya vale la pena que compren el libro.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
</div>
Marcoshttp://www.blogger.com/profile/12701487498193732733noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7901266639011073499.post-92056093003286390292014-03-02T21:09:00.001+01:002014-05-18T18:08:00.163+02:00EL PASEANTE DIGRESIVO<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjoITfXvpPXWA3ncK5-dZ3SaiA0lbiIoKQW8SNG1mHBFpq8-M7I2v2CK23UlnAuxS5Im9bU8V9tyUyGVR4T3ze30bosAXCAS_GHI7u50VUpBHH-ldeyi8ZHMm8xd91i1U3gS654-fSUHWvc/s1600/14+'Ciudad+abierta'.png" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjoITfXvpPXWA3ncK5-dZ3SaiA0lbiIoKQW8SNG1mHBFpq8-M7I2v2CK23UlnAuxS5Im9bU8V9tyUyGVR4T3ze30bosAXCAS_GHI7u50VUpBHH-ldeyi8ZHMm8xd91i1U3gS654-fSUHWvc/s1600/14+'Ciudad+abierta'.png" height="320" width="203" /></a></div>
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Ciudad abierta <o:p></o:p></i><br />
Teju Cole<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Novela<o:p></o:p></div>
Ed. Acantilado, 2012,
294 págs.<o:p> </o:p><br />
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
A esta
fantástica novela de Teju Cole llegué gracias a <a href="http://www.jotdown.es/2013/10/felix-de-azua-una-deriva/" target="_blank"><strong>este artículo</strong></a>
aparecido en la revista <a href="http://www.jotdown.es/" target="_blank"><strong>Jot Down</strong></a>
del siempre interesante Félix de Azúa. Hace años, cuando estudiaba en la
sacrosanta Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona y lo tenía
como profesor de Estética (a Azúa, se entiende, no a Teju Cole), su manera de
dar las clases me pareció sumamente didáctica y amena, lo que me convirtió
inmediatamente en un atento seguidor de todo lo que publicaba y sigue
publicando. Y efectivamente, sus recomendaciones nunca fallan; uno siempre sabe
que las novelas que sugiere Azúa son como las lecciones que impartía:
instructivas a la par que entretenidas. De manera que no dudé en buscar en el
catálogo virtual de las bibliotecas públicas de Barcelona el libro de Cole, que
acabé encontrando en la biblioteca de Vapor Vell, en pleno barrio de Sants.
Como vi que entre el fondo bibliográfico también figuraba un ensayo de Loïc
Wacquant sobre boxeo que llevaba tiempo buscando para reseñarlo en la sección
de “Literatura y Boxeo” de la web de BoxeoTotal en la que participo, me acerqué
hasta allí con la moto y aproveché para sacar prestados ambos libros.<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
La única razón
por la cual les explico todo esto es por pura procrastinación, por retrasar al
máximo el momento de hablarles sobre <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Ciudad
abierta</i>. ¿Por qué? Pues básicamente porque no sé muy bien por dónde
empezar. Lo lógico sería explicar de qué va la novela, pero esa vía se agota
enseguida: de un joven psiquiatra que pasea por Nueva York, viaja unas semanas
a Bruselas y vuelve, ya está. Como ven, en el fondo no pasa gran cosa; de
hecho, pasa muy poco, y sin embargo se trata de una novela increíblemente
interesante, adictiva y excepcionalmente bien escrita. <o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Los paseos de
Julius, el protagonista, no son más que la excusa para dejar vagar sus
pensamientos a la deriva, saltando de un asunto a otro y de un encuentro a
otro. Los edificios de Manhattan, la psiquiatría —sus pacientes—, las
conversaciones con las personas que se cruzan en su camino, las anécdotas sobre
la historia y los lugares emblemáticos de la ciudad… la digresión, en
definitiva, es lo que vertebra la narrativa de Cole. Aquí no hay conflicto (si
acaso el único es el vagamente existencial del protagonista) ni trama trepidante
ni acción a borbotones. Entre los muchos temas que desencadena el vagabundeo de
Julius figuran el periplo de un inmigrante liberiano sin papeles, el análisis
científico de las chinches (<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Cimex
lactularius</i>) y una interesante conversación sobre filosofía política e
integración racial (ésta se desarrolla en un locutorio de Bruselas, no en Nueva
York). Como ya se habrán fijado, no resulta nada sencillo hilvanar materias tan
dispares en una misma línea argumental, y aún así Teju Cole consigue hacerlo de
una forma sencilla y muy natural (aunque sí que es verdad que en algún momento
se le ven un poco las costuras). Porque —quizá estoy dando a entender lo
contrario— no perdamos de vista que se trata de una novela, y como tal también
se nos habla de la vida pasada del protagonista, de su infancia en Nigeria y de
sus relaciones familiares, especialmente con sus progenitores (ahí aparece un
oscuro enfado con su madre que no se acaba de esclarecer) y su abuela europea.
Incluso hay una especie de desenlace —o más bien <i style="mso-bidi-font-style: normal;">revelación</i>— final sorprendente que el autor tampoco parece
interesado en aclarar, lo cual ni suma ni resta al excelente sabor de boca que
deja la lectura de este libro.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Hace poco leía
una entrevista a Stephen King (un autor al que, según avanzan los años y
retroceden los prejuicios, cada vez tengo más curiosidad por leer) en la que
afirmaba que leía unos cincuenta libros al año (creo que la cifra era
aproximadamente esa, he estado buscando la entrevista en internet pero no la he
encontrado), y eso además de pasarse unas ocho horas al día escribiendo. El
periodista, sorprendido, le preguntaba de dónde sacaba tiempo para leer
tantos libros, a lo que King contestaba que el truco estaba en aprender a leer
a ratos cortos: en la cola del supermercado, en la sala de espera del dentista
o en un atasco de tráfico; “una vez te acostumbras, te das cuenta de que el día
está lleno de pequeños momentos que puedes aprovechar para leer” (cito de
memoria).</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Pues bien, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Ciudad abierta</i> pertenece a ese tipo de
libros que uno desearía llevar siempre encima al salir de casa para poder leerlo
en cualquier momento, aunque sólo sean tres minutos, aunque sólo dispongamos de
cinco paradas de metro hasta nuestro destino... Tal es su poder de atracción.<br />
<o:p></o:p> </div>
Marcoshttp://www.blogger.com/profile/12701487498193732733noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7901266639011073499.post-81136210591787659692014-02-17T17:09:00.000+01:002014-06-12T17:09:08.785+02:00LITERATURA Y BOXEO: “LA NOCHE”, ANDRÉS BOSCH<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjXLoDLb1p9RG5V9jWjp3la4EvpH55ff3MKHTE30rWj9XxYwaWViS7eNdA4RNl-JksbyUtA8a0ElY-z0K1szkYjPdvW6yelitVImS7NLgKDtlYJ_QCVIX4r9empMuq2TwGXTR7Hjh16nxrv/s1600/03+'La+noche'+-+A.+Bosch.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjXLoDLb1p9RG5V9jWjp3la4EvpH55ff3MKHTE30rWj9XxYwaWViS7eNdA4RNl-JksbyUtA8a0ElY-z0K1szkYjPdvW6yelitVImS7NLgKDtlYJ_QCVIX4r9empMuq2TwGXTR7Hjh16nxrv/s1600/03+'La+noche'+-+A.+Bosch.jpg" height="320" width="231" /></a></div>
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">La noche</i><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Andrés Bosch </div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Novela</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Ed. Planeta
(Col. Populares), 259 págs.<span style="mso-bidi-font-style: italic;"><o:p> </o:p></span></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<em>(</em><em>Reseña publicada</em><em> originalmente en la web de </em><a href="http://boxeototal.com/" target="_blank"><em>BoxeoTotal</em></a><em> <span style="mso-bidi-font-style: italic;">el 20 de noviembre de 2013)</span> <o:p></o:p></em></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Andrés Bosch debutó
a los treinta y tres años en el panorama literario español con esta novela, ganadora
del Premio Planeta en 1959. Bosch nació circunstancialmente en Palma de
Mallorca en 1926, pero desde muy pequeño se trasladó a Barcelona, ciudad en la vivió
hasta su muerte en 1984, a excepción de los dos años que pasó en América Latina
(Venezuela, Colombia y Costa Rica) viajando y realizando trabajos esporádicos.
En una entrevista afirmaba que escribió la novela en poco más de un mes: “Diez
días tardé en planear <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La noche</i>, luego
la escribí en veintitantos.”<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">La noche</i> es una novela dura. El
protagonista, Luis Canales, tiene 24 años, trabaja en una fábrica textil —donde
se le conoce simplemente como “el-que-lava-las-madejas”— y vive en una casucha
de un barrio periférico junto a una mujer a la que no quiere y dos hijos a los
que casi no conoce. Un día un compañero de trabajo y boxeador, Bernardo Barba,
le invita a ver uno de sus combates. Durante la pelea, Canales quedará fascinado
por el boxeo, un deporte en el que ve una forma de autoconocimiento, la
posibilidad de descubrir quién es en realidad: “Al presenciar el combate de
Bernardo contra Collado, me di cuenta de que en el boxeo uno podía llegar a ser
lo que uno realmente valía. Que allí había una escala de valores, y que se
podía fracasar o triunfar, dependiendo ello de la propia conducta. Y que en
aquel camino yo podía llegar a ser Luis Canales.”<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
A raíz de esa
atracción, Canales se apunta al gimnasio donde entrena su amigo y pronto
descubre que, sin ser un gran estilista, posee un golpe tremendo, una izquierda
cruzada al hígado capaz de noquear a cualquier rival. Así dará comienzo su
exitosa carrera pugilística, que lo lleva a pelear por el Campeonato de España
del peso gallo y a aspirar al título continental contra el francés Gerard
Grand. Sin embargo, antes deberá superar una durísima eliminatoria contra el
portugués Joao Sousa (combate con el que comienza la novela en un breve e
intenso <i style="mso-bidi-font-style: normal;">flashfoward</i>) de la que saldrá
gravemente lesionado, en parte a causa de su manera de boxear, siempre al
ataque, siempre fajándose en la corta distancia y dispuesto encajar cuatro
manos con tal de poder colocar su famosa izquierda. Tras superar a Sousa en
siete agónicos rounds, “Luisito” Canales deberá decidir qué le importa más, la
posibilidad de convertirse en campeón de Europa o su propia salud física. Es en
ese momento cuando el título de la novela cobra un nuevo significado y el
lector descubre su doble sentido.<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
La trama incluye
todos los ingredientes de una buena novela de boxeo. Además de las acertadas crónicas
de los combates, Bosch también describe el ambiente del gimnasio y de la
competición profesional. Por ella pululan toda una galería de personajes
secundarios: managers con pocos escrúpulos, ávidos promotores, viejos entrenadores
y, principalmente, los compañeros boxeadores del protagonista: Lázaro, Kutz,
Jim Echevarría —contra el que deberá pelear por el título estatal— y, por
supuesto, Bernardo Barba, paradigma de boxeador “sonado” que un día estuvo en
la cima, cuya carrera va en declive paralelamente al ascenso de Canales y que
no deja de pensar en prepararse para disputar de nuevo el campeonato estatal,
combate que ya sólo se librará dentro de su cabeza.<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
La novela está
escrita con sinceridad y sencillez, el estilo de Andrés Bosch es seco y directo
como un buen jab. En la entrevista que concedió tras ganar el Planeta reconocía
que, al igual que su protagonista, lo suyo no eran los ejercicios de estilo:
“Me siento incapacitado para el estilismo. No es desprecio, creo que me
gustaría; es que no me sale”. Su profundo conocimiento del mundo del boxeo no
es inventado, Bosch fue boxeador aficionado en la categoría de peso ligero
—incluso llegaron a romperle la nariz en un combate amateur—, sin embargo, no se
trata de una novela autobiográfica, sino de una obra de ficción fruto de su
propia experiencia.<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Por último, una
única pega: este libro no lo encontrarán en la FNAC ni en su librería habitual.
A pesar de que existen múltiples ediciones, son todas ellas bastante antiguas. Si
ustedes desean leerlo les recomiendo que hagan como yo y visiten la web de
<a href="http://www.iberlibro.com/" target="_blank">iberlibro</a>, donde
podrán hacerse con un ejemplar de segunda mano que recibirán cómodamente en su
casa por menos de lo que cuestan dos cañas. Ya verán como el gasto vale la
pena.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
</div>
Marcoshttp://www.blogger.com/profile/12701487498193732733noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7901266639011073499.post-43871132745947762002014-02-03T19:35:00.000+01:002014-03-16T00:19:09.290+01:00CONSTATACIÓN BRUTAL DEL PASADO<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4Y75yd20u86ETe6UtAZUOxio2rEozf50oyl_IcGG91X7N66UD0y1POT9wuY-Hg2i5v8UTUJqkGMM0WPxkTLY5jQprfn4T1WlE2Yr_eLfb2MEBB6BWx-szZgSfKlOHWTfNh3cAa7MCsr9t/s1600/12+'Me+acuerdo'+-+Perec.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4Y75yd20u86ETe6UtAZUOxio2rEozf50oyl_IcGG91X7N66UD0y1POT9wuY-Hg2i5v8UTUJqkGMM0WPxkTLY5jQprfn4T1WlE2Yr_eLfb2MEBB6BWx-szZgSfKlOHWTfNh3cAa7MCsr9t/s1600/12+'Me+acuerdo'+-+Perec.jpg" height="320" width="196" /></a><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Me acuerdo </i><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Georges Perec</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Recuerdos</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Ed. Berenice, 2006,
125 págs.<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
A estas alturas
ya deben saber ustedes de mi admiración por la obra de Perec; el título de este
blog se debe a una obra suya, le dediqué el post inaugural y su nombre ha aparecido
en varios de los artículos aquí publicados. De hecho, hace unas semanas detecté
la relación entre <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Conocí </i>—la
contribución de Emiliano Monge al segundo libro colectivo de La Orden del
Finnegans— y <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Me acuerdo</i> —el libro de
Perec que me dispongo a comentar—, aunque entonces, cuando escribí la reseña,
todavía no lo había leído. Aquello despertó mi curiosidad y unos días más tarde
lo saqué prestado de una biblioteca municipal de Barcelona (ya les dije que
hace tiempo que dejé de comprar libros, muy a mi pesar).<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Me acuerdo</i> está compuesto por 480 breves
recuerdos que, según Perec (transcribo de la contraportada), “no son
exactamente recuerdos, y desde luego, de ninguna manera, recuerdos personales,
sino pequeños fragmentos de diario, de cosas que tal o cual año todo el mundo
de una misma edad vivió, compartió y después olvidó […]. Sucede que, sin
embargo, vuelven de nuevo unos años más tarde, intactos y minúsculos, por
casualidad o porque los hemos buscado, una noche, entre amigos.” </div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
La idea está
sacada de otro libro —<i style="mso-bidi-font-style: normal;">I remember</i>, de Joe
Brainard, publicado originalmente en 1970— que Harry Mathews, un miembro del
OuLiPo, le regaló a Perec. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Je me souviens
</i>apareció por primera vez en 1978 por la editorial Hachette; en una breve
nota final, Perec explica que “Estos recuerdos se intercalan en su mayoría
entre mis 10 y mis 25 años, es decir, entre 1946 y 1961. Cuando evoco recuerdos
de antes de la guerra, para mi hacen referencia a una época que pertenece al
dominio del mito: lo que viene a explicar que un recuerdo pueda ser
«objetivamente» falso”.<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
A pesar de esas
pequeñas discrepancias entre los hechos objetivos y la memoria individual,
sumergirse en la lectura de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Me acuerdo</i>
es como destapar el viejo tarro de la esencias (pretéritas). Me viene a la
cabeza aquella escena de la película <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Amélie</i>
en la que la protagonista encuentra por casualidad en su apartamento una cajita
metálica llena de recuerdos de infancia de un antiguo inquilino —apellidado
Bretodeau, creo—. ¿Recuerdan cuando le cita en una cabina de teléfonos para
devolvérsela?, ¿conservan la imagen de aquel adulto que al abrir la caja se convierte
de golpe en el niño que fue? Pues esa es exactamente la sensación que uno tiene
al leer <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Me acuerdo</i>, una constatación
brutal del pasado.<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Reconozco que
tengo una cierta tendencia a la nostalgia, a la melancolía y a apropiarme de los
recuerdos de otros. Hay estrofas de canciones (de Manel, de Tindesticks, de
Elliott Smith, de Sr. Chinarro, de Antònia Font…) y párrafos de libros (de Kiko Amat, de Juan Marsé,
de J. J. Millás, de David Trueba, de Javier Marías…) que ya han quedado grabadas para siempre en
mi cabeza como experiencias propias hasta el punto de que creo haber vivido
cosas que únicamente he oído/leído o me han contado. Entenderán, pues, por qué
me ha fascinado la lectura de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Me acuerdo</i>.
De hecho, tuve que ir racionando las páginas para no acabármelo en dos tardes,
sólo leía unas cuantas al día y siempre sentado frente a un ordenador con
acceso a internet para situar todos y cada uno de los recuerdos de Perec —principalmente
los referidos a teatros y establecimientos parisinos ya desaparecidos o a
hechos y celebridades que, por edad, me quedan demasiado lejos—, <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>algo que les recomiendo hacer para que no se pierdan
nada del texto y, a la vez, dilaten al máximo el placer literario.<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">(Nota: a partir de aquí, los números en
cursiva entre paréntesis hacen referencia al número de recuerdo del libro.)</i><o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Aunque los
recuerdos están acotados por un periodo temporal y cultural de un país
concreto, tienen vocación universal. No se preocupen ustedes si no vieron el
Tour de Francia de 1950 <i style="mso-bidi-font-style: normal;">(5)</i>, si no
saben que son los Carambar <i style="mso-bidi-font-style: normal;">(319)</i> o si
de pequeños no leyeron <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Judy y el
cervatillo</i> <i style="mso-bidi-font-style: normal;">(348)</i>, esta estupenda
edición de Berenice a cargo de Yolanda Morató incluye (casi) todas las notas
aclaratorias que necesitan para saber a qué se refiere Perec; pero lo mejor de
todo es que esos recuerdos ajenos les traerán a la memoria sus propios
recuerdos, como el despiste de Perico Delgado en el prólogo de Tour de 1989 (que
probablemente le costó la victoria final), los chicles Bang Bang, los Palotes y
los <i style="mso-bidi-font-style: normal;">tacotes</i> de Cheiw o la tierna
lectura de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El zoo de Pitus</i>.<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Así, las
atracciones del Gaumont-Palace <i style="mso-bidi-font-style: normal;">(72)</i> me
recordaron a las del Caspolino de Gal·la Placídia, el anuncio de la margarina
Astra <i style="mso-bidi-font-style: normal;">(121) </i>al helicóptero de
Tulipán, el atentado en Petit-Clamart <i style="mso-bidi-font-style: normal;">(250)
</i>al del Hipercor de Meridiana, los lápices de colores Caran d’Ache <i style="mso-bidi-font-style: normal;">(288)</i> <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>a los Alpino… </div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Muchos de los recuerdos
del libro me han devuelto al patio del colegio, a cuando jugaba a las canicas y
al yo-yo <i style="mso-bidi-font-style: normal;">(444)</i>, a cuando leía tebeos
de Mortadelo y Filemón o Zipi y Zape, a cuando intercambiábamos cromos con los
amigos para completar nuestros álbumes (<i style="mso-bidi-font-style: normal;">tengui,
tengui, tengui, ¡falti!</i>), a cuando me rompí la muñeca esquiando y toda la
clase me escribió dedicatorias en la escayola <i style="mso-bidi-font-style: normal;">(393)</i>. Y así podría seguir un buen rato, pero tampoco quiero
aburrirles.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Es posible que de
no haber leído este libro me hubiese vuelto a acordar, a lo largo de mi vida,
de algunos de estos momentos, pero verlos venir así todos de golpe es, no sé cómo
explicarles, es… muy emocionante.<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Al final del
libro, tras el índice alfabético de nombres y lugares, aparece la siguiente
nota: “Por expreso deseo del autor, el editor ha dejado algunas páginas en
blanco a continuación para que el lector pueda anotar en ellas los «me acuerdo»
que la lectura de este libro, esperamos, le haya suscitado.” Seguidamente hay
apuntados en lápiz seis recuerdos de las personas que, antes que yo, leyeron
este mismo ejemplar. Son estos:<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<em>Me acuerdo del
momento en que vi el libro en Torrent de l’Olla y lo cogí sin dudarlo.
(Diciembre 2008)<o:p> </o:p></em></div>
<em>
</em><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<em>Me acuerdo de
cuando al autobús se subía por la puerta de atrás y el billete costaba nueve
pesetas. (Marzo 2009)<o:p> </o:p></em></div>
<em>
</em><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<em>Me acuerdo que
el día que murió Franco tenía un examen de “Formación del espíritu nacional”
que nunca se hizo. (Julio 2010)<o:p> </o:p></em></div>
<em>
</em><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<em>Me acuerdo de
los trenes de la Estación de Francia que salían hacia la playa. (Julio 2011)<o:p> </o:p></em></div>
<em>
</em><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<em>Me acuerdo de
que “antes de «p» y «b» se escribe «m»”. (Octubre 2012)</em><o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<em>Me acuerdo de
los primeros patines que tuve. Se ataban con correas de cuero al pie, eran de
hierro y extensibles. (Febrero 2013)</em><o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Ahí va el mío. <o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<em>Me acuerdo del
mundial de España ’82 y de su mascota, Naranjito.</em></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Les invito a seguir
con la lista…<br />
</div>
Marcoshttp://www.blogger.com/profile/12701487498193732733noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-7901266639011073499.post-6893240758726180422014-01-23T22:36:00.001+01:002014-06-12T17:08:49.869+02:00LITERATURA Y BOXEO: “KNOCK OUT, TRES HISTORIAS DE BOXEO”, JACK LONDON<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEit_L2_p39j-dgw9LTw8k6_tR47nrqPvHilkyNZicb3L1DDa0CdnpcFkfc8A_Uf09ef7cRQ_k8-dCYOOcJ8o6WO9uBxSL3tN2S5jstQvmVEmgtwH5UV4XsMOadBsbzMOOzKWYjQ8xfGat1z/s1600/11+'Knock+Out,+tres+historias+de+boxeo'+-+Jack+London.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEit_L2_p39j-dgw9LTw8k6_tR47nrqPvHilkyNZicb3L1DDa0CdnpcFkfc8A_Uf09ef7cRQ_k8-dCYOOcJ8o6WO9uBxSL3tN2S5jstQvmVEmgtwH5UV4XsMOadBsbzMOOzKWYjQ8xfGat1z/s1600/11+'Knock+Out,+tres+historias+de+boxeo'+-+Jack+London.jpg" height="320" width="214" /></a></div>
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="EN-US" style="mso-ansi-language: EN-US;">Knock Out, tres historias de boxeo</span></i><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<span lang="EN-US" style="mso-ansi-language: EN-US;">Jack London</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<span lang="EN-US" style="mso-ansi-language: EN-US;"></span>Cuentos</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Ed. Libros del
Zorro Rojo, 2011, 129 págs.</div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<em>(Reseña publicada originalmente en la web de </em><a href="http://boxeototal.com/" target="_blank"><span style="color: black;"><em>BoxeoTotal</em></span></a><em> el 4 de noviembre de 2013)</em><o:p> </o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
En este
magnífico volumen editado por Libros del Zorro Rojo se hallan reunidos los tres
cuentos de Jack London sobre el mundo del boxeo. A lo largo de su corta vida,
London ejerció los más diversos oficios, fue buscador de oro en Alaska,
vendedor de periódicos, vagabundo alcohólico, marinero, peón de fábrica y, por
supuesto, escritor. Como periodista cubrió varios eventos deportivos, entre
ellos el llamado <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Combate del siglo</i> que
enfrentó a James Jeffries y Jack Johnson en 1910 (una crónica recientemente recuperada
por la editorial Gallo Nero de la cual espero hablarles próximamente en esta
sección). London condensó sus experiencias como corresponsal y su afición por el
noble arte en estos cuentos magistrales, escritos con un realismo excepcional y
plagados de descripciones y metáforas que expresan la poesía que encierra toda
lucha.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
En el primero, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Un bistec</i>, London cuenta la historia de
Tom King, un boxeador veterano y arruinado que disputa su última pelea contra Sandel,
un joven púgil en ascenso. El primero necesita el dinero de la bolsa para
alimentar a su familia tanto como el segundo necesita ganar a un ex-campeón para
afianzar su fama y su prestigio; el clásico enfrentamiento entre juventud y
experiencia: “Sandel iba y venía, de aquí para allá, por todas partes, ligero
de pies e impaciente, una maravilla viva de carne blanca y preciosos músculos
que se trenzaba en una deslumbrante fábrica de ataques, deslizamientos y
saltos, (…) a través de miles de acciones centradas en la destrucción de Tom
King, que se interponía entre él y la fortuna.” Durante el durísimo combate el
viejo púgil echará mano de todas las astucias que ha aprendido en su larga
carrera sobre el ring para contrarrestar la fuerza y la determinación de Sandel.
Los asaltos se irán desarrollando hasta llegar a un desenlace en el que será un
mísero bistec, un vulgar trozo de carne, el que marque la diferencia entre la
victoria y la derrota.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
En <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El mexicano</i>, Rivera, un joven y
enigmático boxeador, contribuye a la revolución mexicana de principios del
siglo XX con el dinero que gana en peleas clandestinas; sin embargo, sus
aportaciones no son suficientes para la causa. Pronto surge una gran
oportunidad, el combate que debía enfrentar a dos boxeadores estadounidenses
aspirantes al título de los pesos ligeros está a punto de suspenderse debido a
la lesión de uno de ellos. El mexicano se ofrece a ocupar su lugar con la
condición de que el ganador se lo lleve todo, ya que necesita el dinero para
que sus hermanos revolucionarios puedan seguir luchando: “Y vio la extensa
frontera mexicana, árida, calcinada por el sol y dolorosa, y junto con ella vio
las bandas harapientas detenidas por la falta de armas.” Así, con todo un
pueblo ansioso de libertad en su esquina, el combate no sólo decidirá la suerte
de Rivera sino también la de la revolución y, por extensión, la de todo un
país.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
El último cuento,
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">El combate</i>, está narrado desde el
punto de vista de Genevieve, la prometida del famoso boxeador Joe Fleming. Ante
los ruegos de ella para que abandone un deporte que considera cruel y violento,
Joe prepara su último combate, cuya bolsa les permitirá casarse y llevar una
vida holgada. Su rival es nada menos que el temible Ponta “un animal de frente
estrecha, con ojos centelleantes bajo unas cejas enmarañadas y tupidas, con la
nariz chata, los labios gruesos y la boca amenazadora (…) Había en él tosquedad
y brutalidad —una criatura salvaje, primordial, feroz—.” Entre las brumas de
los cigarros del público, Genevieve asistirá, disfrazada de hombre, al combate
más brutal de su novio.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Como les decía
al principio, los tres relatos están escritos con una verosimilitud y una
precisión extraordinarias. Las escenas de lucha están llenas de metáforas
acertadísimas que, lejos de eludir la contundencia de los golpes, sitúan al
lector en primera fila de ring. De hecho, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Un
bistec</i> está considerado por muchos como el mejor relato sobre boxeo jamás
escrito. Tal y como afirma Juan Tallón en <a href="http://www.jotdown.es/2012/09/la-saga-de-los-escritores-boxeadores/" target="_blank">este</a> estupendo artículo sobre
escritores boxeadores: “De ese relato no te recuperas nunca. Es una cicatriz.
Te acompaña toda la vida. Nadie se levanta después de un K.O. Y London, aquí,
te tumba.”</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Por si fuera
poco, el texto viene acompañado de 16 dibujos en blanco y negro a cargo del ilustrador
argentino Enrique Breccia que interpretan perfectamente la cruda intensidad de
estas páginas.<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Si, como yo, son
ustedes bibliófilos, sin duda sabrán apreciar el esfuerzo de Libros del Zorro
Rojo por editar este fantástico volumen en pleno auge de libros digitales, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">tablets</i> y lecturas sesgadas en pantalla.
La preciosa cubierta de tapa dura, el gramaje del papel, las expresivas
ilustraciones y, por descontado, la calidad de los cuentos de London, hacen de
este libro un inmediato objeto de coleccionismo.<br />
</div>
Marcoshttp://www.blogger.com/profile/12701487498193732733noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7901266639011073499.post-55578668213036931012014-01-15T12:54:00.000+01:002016-11-18T18:19:32.176+01:00MAETERLINCK Y LA POÉTICA DE LAS FLORES<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9w_5zBZJ8T6Ejpsua8qJXDPxVY2tJTTw8H5Aw3BN4Q3oiGLV4z-5Q_jb5LDMgX4Q5_2vsgIh12ZuvjKi2L63VakCbvPo3LshQaPzQIcQAqkOB8TyIpU74kCWfc9NRH_C6rEsu94PchNmT/s1600/10+Inteligencia+flores.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9w_5zBZJ8T6Ejpsua8qJXDPxVY2tJTTw8H5Aw3BN4Q3oiGLV4z-5Q_jb5LDMgX4Q5_2vsgIh12ZuvjKi2L63VakCbvPo3LshQaPzQIcQAqkOB8TyIpU74kCWfc9NRH_C6rEsu94PchNmT/s320/10+Inteligencia+flores.jpg" width="221" /></a></div>
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">La inteligencia de las flores</i><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Maurice
Maeterlinck</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Miscelánea</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Ed. Longseller, 2003,
171 págs.<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
A este libro
llegué después de saber que era uno de los favoritos de Borges, aunque ahora no
recuerdo dónde le oí recomendarlo. Su autor, Maurice Maeterlinck (1862-1949),
nació en Gante, Bélgica, aunque luego vivió en muchos países (Francia, Estados
Unidos, Portugal). Como hombre de letras del S. XIX tocó prácticamente todos
los géneros: poesía, teatro, novela, ensayo y filosofía, y debió hacerlo muy
bien —aparte del que nos ocupa, sólo he leído dos libros suyos, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Los ciegos</i> y <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Peleas y Melisenda</i>—, ya que en 1911 le dieron el Premio Nobel de
Literatura.<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Sin embargo,
probablemente sus obras más famosas sean los ensayos que dedicó a las flores y
a las abejas. Maeterlinck heredó la afición a la naturaleza, sus fenómenos y
sus habitantes, de su padre, notario retirado y pequeño terrateniente
apasionado por la horticultura y la apicultura. Y como buen poeta reunió los
hechos más curiosos sobre la vida y la reproducción de las flores en este breve
tratado que, tal y como explica, “de ninguna manera tiene la pretensión de ser
un manual de ese género; simplemente quiero llamar en él la atención sobre
algunos hechos interesantes que pasan a nuestro lado, en este mundo en que nos
creemos, demasiado vanidosamente, privilegiados.”<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Así es. A leer
las precisas descripciones que hace Maeterlinck sobre los sofisticados
mecanismos de reproducción de algunas flores y plantas, uno tiene la misma
sensación de pequeñez y humildad, de insignificancia, que cuando ve un
documental sobre la inmensidad de la galaxia y el universo: y yo aquí, en esta
roca perdida en mitad de otros miles de millones de rocas, enfadado porque se
me ha llevado el coche la grúa o afligido porque mi equipo ha perdido un
partido… En verdad sirve para poner las cosas en perspectiva: “En un mundo que
creemos inconsciente y desprovisto de inteligencia, nos imaginamos desde luego
que la menor de nuestras ideas crea combinaciones y relaciones nuevas. Al
examinar las cosas desde más cerca, parece infinitamente probable que nos es
imposible crear nada. Venidos los últimos sobre la tierra, encontramos
sencillamente lo que siempre ha existido, y repetimos como niños maravillados
la ruta que la vida había hecho antes que nosotros. Y es muy natural y reconfortante
que así sea.” <span style="mso-tab-count: 1;"> </span><o:p></o:p></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhbxNsyX57w3ErcOrZi_eORS5A6iHCcsN2xS829uai4fv6f5t741UT4_fcLymsIF17z3GxwOdBfPbZ5fRiws7zduMEmxJE1NrwRckBMid2dQbKuoL400e1KtEui7kR2DzDAhfO3w4pDdYL5/s1600/vallisneria.png" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="256" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhbxNsyX57w3ErcOrZi_eORS5A6iHCcsN2xS829uai4fv6f5t741UT4_fcLymsIF17z3GxwOdBfPbZ5fRiws7zduMEmxJE1NrwRckBMid2dQbKuoL400e1KtEui7kR2DzDAhfO3w4pDdYL5/s320/vallisneria.png" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Lejos de ser un
texto técnico, Maeterlinck pone la poesía y el lenguaje al servicio de la descripción
científica, consiguiendo así que un tema bastante específico y concreto llegue
a ser comprensible, e incluso interesante, para los que carecíamos de (in)formación
previa. Nunca he sentido una especial atracción por las flores ni me ha
importado lo más mínimo sus estrategias reproductoras, y sin embargo, no pude
dejar de investigar en internet sobre “la legendaria valisneria, una hidrocarídea
cuyas bodas forman el episodio más trágico de la historia amorosa de las
flores”, tras la fascinante explicación que el autor hace de ella. </div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Lo que consigue
Maeterlinck mediante su dominio del léxico y la técnica narrativa es que unos
hechos menores, discretos y particulares alcancen una vocación universal y se
proyecten mucho más allá del diminuto mundo en el que se desarrollan, de donde
se puede deducir el porqué de la admiración que Borges profesaba por este
libro.<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Vean si no, el
poder descriptivo, la potencia evocadora, de estos dos párrafos:</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
“Pero las horas,
que son los años de la flor, transcurren; su brillo se empaña, los pétalos
empiezan a desprenderse, y el orgullo de las grandes reinas, bajo el peso de la
vida, parece replegarse. En un momento dado, como si obedecieran a la consigna
secreta e irresistible del amor, que considera la prueba suficiente, con un
movimiento concentrado y simétrico, comparable a las armoniosas parábolas de un
quíntuple surtidor de agua que vuelve a caer en la fuente, todas se inclinan a
la vez y recogen graciosamente de los labios de sus humildes amantes el polvo
de oro del beso nupcial.” (Pg. 28)<span style="mso-tab-count: 1;"> </span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
“La ginesta de
España (<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Spartium</i> <i style="mso-bidi-font-style: normal;">junceum</i>) (…) Forma a lo largo de los senderos y en las montañas del
Mediodía enormes bolas espesas, a veces de tres metros de altura, que de mayo a
junio se cubren de una magnífica floración de oro puro, cuyos perfumes
mezclados con los de su habitual vecina, la madreselva, ostentan bajo el furor
de un sol calcáreo, delicias que no se pueden definir sino evocando rocíos
celestes, fuentes elíseas, frescuras y transparencias de estrellas en huecos de
grutas azules…” (Pg. 31)<span style="mso-tab-count: 1;"> </span><o:p></o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhY0B1tZQuOHNc7nFThiKmCWcKZUVNbed7Y0zsyn4LiGJQN5hrMRC6TUT0JEvD8G6rCD5vcCpHtTIhAtiE2NMhJ_crYrpEUMHZ_G8iMD0UeykO_byuYjf0bd4fhq7g3oHyKK6s9WVD_E2x8/s1600/Reloj+Urru%C3%B1a.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhY0B1tZQuOHNc7nFThiKmCWcKZUVNbed7Y0zsyn4LiGJQN5hrMRC6TUT0JEvD8G6rCD5vcCpHtTIhAtiE2NMhJ_crYrpEUMHZ_G8iMD0UeykO_byuYjf0bd4fhq7g3oHyKK6s9WVD_E2x8/s320/Reloj+Urru%C3%B1a.jpg" width="320" /></a>Aparte del
capítulo dedicado a la inteligencia de las flores —el más extenso—, el volumen
incluye otros, más filosóficos, sobre diversos temas como los perfumes, la
moral, la guerra, el deber social o la inmortalidad.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Los dos que más
me gustan son, dada mi afición a este deporte, el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Elogio del boxeo, </i>un análisis del noble arte en seis páginas, y <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La medida de las horas</i>, un breve estudio
sobre el paso del tiempo y las maneras de medirlo que recoge varios lemas
inscritos en diferentes relojes de sol, todos ellos cuando menos curiosos. Personalmente
siento una especial debilidad por este tipo de locuciones desde que leí en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Cómo se hace una novela</i>, de M. de
Unamuno, la del reloj de Urruña: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Vulnerant
omnes, ultima necat</i>, (Todas [las horas] hieren, la última mata). Aquí las
que recoge Maeterlinck:</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiXk7l4erNvC25Tjr6d1_RgqkrzkzyljNNW9OCwGB4FF_h2ihHrxhZu6zy4By4grBH2Swxx1BrRblOLMwTv7i63E8Ha02uWCMEVo1tzUV20JUyTxr7FNMx04FQkWEmo2kKe6VDfXSn9rc7r/s1600/Reloj+Venecia.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiXk7l4erNvC25Tjr6d1_RgqkrzkzyljNNW9OCwGB4FF_h2ihHrxhZu6zy4By4grBH2Swxx1BrRblOLMwTv7i63E8Ha02uWCMEVo1tzUV20JUyTxr7FNMx04FQkWEmo2kKe6VDfXSn9rc7r/s1600/Reloj+Venecia.jpg" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
“La hora de la
justicia no suena en los relojes de este mundo”, dice la inscripción solar de
la iglesia de Tourette-sur-Loup (…) “<i style="mso-bidi-font-style: normal;">A
lumnie motus</i>”. “Movido por la luz”, proclama altivamente otro reloj
radiante. “<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Amyddst ye flowers, I tell ye
houres</i>!”, “Cuento las horas entre las flores”, repite un antiguo cuadrante
de mármol en el fondo de un viejo jardín. Pero una de las más bellas leyendas
es la que descubrió un día, en las cercanías de Venecia, Hazlitt, un ensayista
inglés de comienzos del siglo pasado: “<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Horas
non numero nisi serenas</i>”. “No cuento más que las horas claras”. ¡Qué
sentimiento destructor de las preocupaciones! ¡Todas las sombras se borran del
cuadrante cuando el sol se oculta, y el tiempo no es más que un gran vacío, a
menos que su progreso no sea marcado por lo jovial, mientras todo lo que no es
feliz cae en el olvido! Y la bella palabra que nos enseña a no contar las horas
sino por sus beneficios, a no dar importancia sino a las sonrisas y a
prescindir de los rigores del destino, a comparar nuestra existencia con los
momentos brillantes y amenos, tornándonos siempre hacia el lado soleado de las
cosas y dejando pasar todo lo demás por nuestra imaginación olvidadiza o
desatenta.”<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Dejémonos
llevar, pues, por esas horas luminosas, por la despreocupada indolencia del
paso del tiempo, que parece discurrir más despacio mientras nos deleitamos
pasando las páginas de este fantástico libro.<br />
</div>
Marcoshttp://www.blogger.com/profile/12701487498193732733noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7901266639011073499.post-85170363084478162832014-01-07T10:13:00.000+01:002014-06-12T17:08:30.317+02:00LITERATURA Y BOXEO: "A GOLPES CON LA VIDA", POLI DÍAZ<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi1Otrpw0M_oHZO4VoF0oG4qd8hJtIeXuXODJeJFaLK9UJzs_Eg7ecRq1t1b4Rd0XJQCu6z_LAuQnDLV-ZLIuEvD9eepbU_v9MPtIXnXZPTH6pmZTURW1rEsBnBM-bQqgttE134GdsrU7fE/s1600/01+'A+golpes+con+la+vida'+-+Poli+D%C3%ADaz.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi1Otrpw0M_oHZO4VoF0oG4qd8hJtIeXuXODJeJFaLK9UJzs_Eg7ecRq1t1b4Rd0XJQCu6z_LAuQnDLV-ZLIuEvD9eepbU_v9MPtIXnXZPTH6pmZTURW1rEsBnBM-bQqgttE134GdsrU7fE/s1600/01+'A+golpes+con+la+vida'+-+Poli+D%C3%ADaz.jpg" height="320" width="213" /></a><i style="mso-bidi-font-style: normal;">A golpes con la vida</i><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Poli Díaz</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Autobiografía</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Ed. Espasa (Col.
Boreal), 229 págs.<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">(Reseña publicada originalmente en la web de <a href="http://boxeototal.com/2013/10/23/literatura-y-boxeo-a-golpes-con-la-vida/" target="_blank">BoxeoTotal</a> el 23 de octubre de 2013)</i><o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Me hace especial
ilusión inaugurar esta sección con la autobiografía del Potro de Vallecas, seguramente uno de los mejores boxeadores
españoles de los últimos tiempos. Hace unos meses <a href="http://boxeototal.com/2013/04/30/a-golpes-con-la-vida-el-libro-de-poli-diaz/" target="_blank">Jesús Arribas</a> ya comentó la
publicación de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">A golpes con la vida</i>, libro
que compró “por curiosidad, por saber de su vida al margen del boxeo, contada
por él, con su humor y su forma de ver el lado positivo a cualquier drama”. Y,
efectivamente, así es; si hay algo que destila Poli es humor y optimismo.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
A poco que le
conozcan sabrán que la vida de Poli Díaz no ha sido fácil. Nacido en el seno de
una familia humilde en un barrio de la periferia de Madrid degradado por el
tráfico y el consumo de drogas, el Potro explica que su infancia estuvo marcada
por su carácter inquieto, curioso y “echado <i style="mso-bidi-font-style: normal;">p’alante</i>”.
Poco dado a los estudios (“Sé lo justo para leer y escribir, y mal, que por eso
para sacar este libro me han <i style="mso-bidi-font-style: normal;">ayudao</i>”,
como él mismo revela), pronto descubrió sus dotes para el boxeo gracias, en
parte, a su excepcional condición física. El boxeo, como en tantos otros casos,
le apartó de la calle y de la droga y le proporcionó una forma de ganarse la
vida. A partir de ahí, Poli relata su fulgurante ascensión bajo la protección
de Enrique Sarasola: el campeonato de España, el de Europa y, finalmente, la <a href="http://www.youtube.com/watch?v=YmzvDNWoS14" target="_blank">pelea por el título mundial de los pesos ligeros contra Pernell Whitaker</a>, el combate
que marcó un punto de inflexión en su vida y tras el cual inició su no menos
rápido descenso a los infiernos de la droga, la pobreza y la desesperanza. </div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Entre medio el
Potro de Vallecas intercala multitud de anécdotas, como sus problemas para dar
el peso antes de los combates y los trucos que empleaba para lograrlo, sus rutinas
de entrenamiento, lo mucho que le gustaba correr por la sierra de Guadarrama, la
relación con sus sparrings y numerosos detalles sobre su vida personal y
privada. No evita los temas más controvertidos (su breve etapa como actor porno…
¡junto a Nacho Vidal!), sensacionalistas (descubrimos la existencia de su hijo
secreto), violentos (sus numerosas detenciones por agresión, con las
consiguientes entradas y salidas de la cárcel) y oscuros (el periodo en que
vivió enganchado a la heroína en una tienda de campaña en el poblado de La
Rosilla), pero siempre narrados con sinceridad, sin tapujos, dando su propia
versión de los hechos y desmintiendo algunos bulos que corren por ahí. “La
gente tiene la lengua muy suelta. Aquí todo el mundo habla por hablar y, como
lo hacen sin saber, casi nadie dice la verdad”, son las primeras frases de su
autobiografía. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Esta vida de
contrastes daría para un tocho de por lo menos 600 páginas, sin embargo —y ahí
reside uno de los grandes aciertos del libro— se nos ofrece concentrada en poco
más de 200. Por lo tanto aquí no hay lugar para el aburrimiento; constantemente
están pasando cosas, cada nuevo párrafo encierra una pequeña gran historia que
Poli Díaz nos cuenta en un estilo coloquial, con sus propios modismos, su desparpajo,
su lenguaje de barrio y sus confesiones a quemarropa (“Boxeaba por dinero, y
por dinero me metí también en el porno. Pero los polvos que a mí me interesaban
eran otros”), casi como si lo tuviésemos sentado en el salón de casa. Así
descubrimos el verdadero carácter que se esconde detrás del boxeador de las
páginas de sucesos: una persona noble, con sentido del humor, muy amigo de sus
amigos y siempre dispuesto a defender a los más débiles frente al abuso físico,
a pesar de los problemas que eso le pueda acarrear.<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
No importa si
son ustedes lectores habituales o no, si les interesa mínimamente la desbocada
vida del Potro de Vallecas, háganse con este libro. Ya verán como lo devoran en
un par de días. Lo pueden leer en el baño, en el trabajo e incluso mientras su
pareja ve la tele a todo volumen. Da igual, una vez hayan ojeado la primera
página ya no lo podrán soltar.<br />
<o:p></o:p> </div>
Marcoshttp://www.blogger.com/profile/12701487498193732733noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7901266639011073499.post-8846550903229965012013-11-28T10:34:00.000+01:002014-01-09T20:53:11.330+01:00TEORÍA DE LYON: FUNÈS vs VILA-MATAS<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgqm5hjZKMkJtTbtyjl47uh0Or-E1WN2yztXSxGX6HK0BUgsepYgtsAVwGW7MIISYoS8qUWGQDy8zt9ntRg8_9vbyvX0MH2Pl-Fise87yh2t99UY93WP5BV_XRh3KUC-eZkyetA3IDrQ85h/s1600/Todos+los+Funes.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgqm5hjZKMkJtTbtyjl47uh0Or-E1WN2yztXSxGX6HK0BUgsepYgtsAVwGW7MIISYoS8qUWGQDy8zt9ntRg8_9vbyvX0MH2Pl-Fise87yh2t99UY93WP5BV_XRh3KUC-eZkyetA3IDrQ85h/s320/Todos+los+Funes.jpg" height="320" width="196" /></a></div>
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Todos los Funes</i><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Eduardo Berti</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Novela</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Ed. Anagrama, 2004,
170 págs.<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Perder teorías</i></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Enrique
Vila-Matas</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Autoficción</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Ed. Seix Barral,
2010, 64 páginas<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Tal y como les
comenté hace unas semanas, tras la lectura (fortuita) de <i style="mso-bidi-font-style: normal;"><a href="http://gabinetedeunaficionado.blogspot.com.es/2013/10/objetos-y-obsesiones.html" target="_blank">La sombra del púgil</a></i>, me quedé con ganas de conocer más cosas de
Eduardo Berti. De todas sus novelas desperdigadas por diferentes editoriales,
la que más me llamó la atención fue <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Todos
los Funes</i>, por las connotaciones borgianas del título y por haber quedado
finalista del XXII Premio Herralde de Novela (2004).</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
En <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Todos lo Funes</i> el protagonista,
Jean-Yves Funès, un viejo profesor universitario especialista en literatura
iberoamericana, es invitado a un congreso en Lyon. Durante su estancia en la
ciudad le acompañarán diversos personajes variopintos —un peculiar taxista, una
suerte de Cicerón ciego que le guía por los <i style="mso-bidi-font-style: normal;">traboules</i>
de la ciudad, un médico con el que comparte el apellido, una joven y atenta
poetisa— que desfilan entre achaque y achaque de su cada vez más precaria
salud. Sobre los recuerdos de Funès sobrevuela siempre la sombra de su esposa
fallecida, Marie-Hélène, que al principio fue sólo una alumna atraída por su
apellido y con quién más adelante planeó escribir un libro, originalmente su
tesis doctoral, que reuniese a todos los Funes de la literatura, un proyecto
que nunca llegaron a concluir.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
En aquella tesis
de Marie-Hélène se hablaba, por supuesto, del memorioso Funes de Borges, pero
también de los Funes que aparecen en relatos de Horacio Quiroga, Roa Bastos o
Julio Cortázar. Y así como Marie-Hélène “encontró paralelismos muy sutiles
entre los relatos”, según avanzaba en la lectura, también yo he encontrado
similitudes entre <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Todos lo Funes</i> y
otro libro muy diferente y muy parecido como es <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Perder teorías</i>, de Enrique Vila-Matas. En esta suerte de ficción
autobiográfica publicada en 2010, Vila-Matas —o un doble del señor Vila-Matas— es invitado a un simposio internacional sobre la novela que ha de
celebrarse en Lyon, pero como nadie de la organización se pone en contacto con
él, aprovecha la ocasión para construir una teoría general de la novela que
consta de cinco puntos irrenunciables e imprescindibles.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh1d_Qe7UgSpzWcEVev07vdHocoeDL7LiRjoW_4GQmf-ypZu5moZ5v2Rjny30F44avJarCqGBKx4aBGVF12o78ZXbXJMQ3mO8WFF8yc3aoGhi7UiBIeAEtkmqQUgrSbu0k1dGn25FhVzYJP/s1600/Perder+teor%C3%ADas.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh1d_Qe7UgSpzWcEVev07vdHocoeDL7LiRjoW_4GQmf-ypZu5moZ5v2Rjny30F44avJarCqGBKx4aBGVF12o78ZXbXJMQ3mO8WFF8yc3aoGhi7UiBIeAEtkmqQUgrSbu0k1dGn25FhVzYJP/s320/Perder+teor%C3%ADas.jpg" height="320" width="203" /></a>Como verán,
ambas obras tienen muchos puntos en común. Para empezar, los dos protagonistas asisten
a un congreso literario en la misma ciudad, sólo que mientras Jean-Yves Funès
viaja a Lyon en tren desde París —junto con el barco, seguramente los dos
medios de transporte más literarios—, Vila-Matas tuvo la desfachatez
de hacerlo en avión desde Barcelona. Al llegar, ambos son recibidos por
personas diferentes de las que esperaban: Marc Verdier, un servicial ex alumno en
el caso del primero, “El señor Nazaire pide disculpas porque no pudo recibirlo
personalmente a causa de este abrupto cambio de horario. (…) En cualquier caso,
dijo el joven, yo aproveché la circunstancia y me ofrecí a buscarlo, es un
honor”; y un taxista en el caso del segundo, “una especie de tiparraco (alguien
que me cayó mal desde el primer momento), un joven taxista con un cartel en el
que había escrito —muy mal, con tres grotescos fallos ortográficos— mis
apellidos.”</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Los taxistas juegan
un papel destacado en los dos libros. El que lleva a Vila-Matas se empeña en
expresarse en portugués, es indiscreto (“parecía tener ganas de hablar y de
inmiscuirse en mis asuntos”) e inexperto (“A mitad de trayecto me confesó que
no sabía muy bien cómo se llegaba al Hôtel des Artistes”) y sus insistentes
preguntas (“¿Y en qué trabaja usted exactamente, señor?”, “Y dígame, ¿se lo
pasa uno bien siendo escritor?”) acaban por aburrirle tantísimo
(“Parecía querer burlarse de mí. Y si no era así, lo parecía. Preferí no
contestar”) que no ve el momento de librarse de él. En cambio, Pierre, el
taxista que acompaña a Funès y a Verdier, es un chófer solícito y eufórico, que
incluso se pone unos tapones para evitar oír la conversación entre los dos
clientes, aunque más adelante interviene en ella activamente. En cualquier
caso, ambos conductores son raros, algo pesados y sus conocimientos sobre
literatura más bien escasos.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
También existen
similitudes en la ausencia de acogida, en la falta de recibimiento, de la que
son víctimas cuando llegan al hotel Lanterne (Funès) y al Hôtel des Artistes
(Vila-Matas), casualmente situados a escasos 700 metros uno de otro. Funès: “Como
no había esperándolo nadie de la organización, se registró, dejó la pequeña
valija sobre la cama (…) y fue a dar una vuelta por el área céntrica: la
península entre los ríos Saône y Rhône. Toda vez que llegaba a una ciudad y
daba un primer paseo, creía que allí estaban las mujeres más hermosas del mundo”.
Vila-Matas: “En la recepción me dieron (…) un sobre blanco con un mapa y un
programa, y ni una palabra de bienvenida, ni una tarjeta o carta personal de
alguien, nada más. No sabía yo en qué momento —si existía tal momento— se
pondrían en contacto conmigo.” Ante esta falta de planificación,
Vila-Matas se instala en su habitación del Hôtel des Artistes, donde mata la
espera reflexionando sobre la literatura y sus diferentes teorías hasta que
decide, también, salir a dar un paseo: “Me gustaba el nombre por el que era
conocida la zona de Lyon donde me encontraba: la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">presq’île</i> (literalmente: la casi isla), una península en medio de
los dos caudalosos ríos, el Ródano y el Saona, que pasan por el centro de la
ciudad. (…) Salí a pasear por la bella <i style="mso-bidi-font-style: normal;">presq’île</i>
al atardecer y fui caminando, con pasos lentos, casi tímidos, siguiendo el
cauce de unos de sus ríos hasta llegar a una gran y hermosa plaza que tenía
todo el aspecto de ser la más importante de la ciudad.”</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Más
coincidencias. La frase de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Todos los Funes</i>
“Marie-Hélène encontró paralelismos muy sutiles entre los relatos” que Berti
pone en boca de Jean-Yves, aparece en la página 53. Y precisamente en la página
53 de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Perder teorías</i> pude leerse esta
otra frase: “Buscando dormirme lo más pronto posible, me dediqué a leer las
primeras páginas de un libro cuya acción transcurría en Lyon.” ¿Pura
casualidad? Puede ser. Y también es posible que el libro que leía Vila-Matas
para coger el sueño fuese otro distinto del de Berti; existen muchas otras
novelas cuya acción transcurre en Lyon. Sin embargo, abro la novela de Berti y
justo al principio leo: “El día 8 de noviembre de 2004, un jurado compuesto por
Salvador Clotas, Juan Cueto, Esther Tusquets, Enrique Vila-Matas y el editor
Jorge Herralde, otorgó el XXII Premio Herralde de Novela, por unanimidad, a <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El testigo</i>, de Juan Villoro. Resultó
finalista <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Todos los Funes</i>, de Eduardo
Berti.” Por tanto queda demostrado que Vila-Matas leyó <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Todos los Funes</i> en 2004, lo que estaría
por ver es si también la releyó en 2010 durante su estancia en Lyon y si, al
hacerlo, proyectó introducir un “sutil paralelismo” entre aquélla y el breve
ensayo que todavía estaba por escribir, justamente en la página 53.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Es de sobras
conocida la tendencia de Vila-Matas a reinterpretar textos ajenos y a
apropiarse de las frases que más le gustan. De hecho, me acaba de venir a la
mente un ejemplo clarísimo. En el segundo capítulo, titulado “Confesiones
preliminares”, del relato <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Un comedor de
opio</i> de Charles Baudelaire, incluido en el libro <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Los paraísos artificiales,</i> podemos leer: “Las ocasiones de risas y
llanto se entrelazan y mezclan tan bien en esta vida, que no puedo recordar sin
sonreír un incidente que se produjo entonces y estuvo a punto de obstaculizar
la ejecución inmediata de mi plan. Tenía yo una maleta de un peso enorme,
porque además de mis trajes contenía casi toda mi biblioteca.” Y si ustedes han
leído la segunda novela que escribió Vila-Matas, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La asesina ilustrada</i>, publicada originalmente en 1977, seguro que
recuerdan su inicio: “Tan mezcladas y entremezcladas se encuentran en mi vida
las ocasiones de risa y de llanto que me es imposible recordar sin buen humor
el penoso incidente que me empujó a la publicación de estas páginas.”</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Al margen de las
evidentes semejanzas entre ambas frases, ¿no ven, además, en esa maleta que contiene
casi toda la biblioteca de Baudelaire el germen de la posterior <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Historia abreviada de la literatura portátil</i>
de Vila-Matas?</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Por lo tanto, volviendo
a los dos libros que nos ocupan y dada la idiosincrasia literaria
de Vila-Matas, la conclusión lógica me lleva a pensar que éste leyó la
novela de Berti <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Todos los Funes</i>, la
admiró, la interiorizó, la asumió y años más tarde, cuando se vio en la
tesitura de asistir a un simposio literario en Lyon, la exorcizó como armazón
estructural, la utilizó como un caparazón vacío, que rellenó en forma de relato
transformado en ficción autobiográfica sobre la elaboración de una teoría
general de la novela.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
La conjetura
imposible es que Eduardo Berti y Enrique Vila-Matas sean en realidad una sola y
única persona: Eduarrique Verti-Matas.<br />
<o:p></o:p> </div>
Marcoshttp://www.blogger.com/profile/12701487498193732733noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7901266639011073499.post-39293416685131915942013-11-18T20:42:00.000+01:002013-12-11T23:03:50.996+01:00DECEPCIÓN TRASCENDENTAL<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjPTH_steRQ6rR0fSXqFRggoT1Chzr1FXNE0g9Z4d-zGc7o7xNE07oFbEpDbn0h3SHlxKi1AHh7GUlLd58QTVJZojKbMHiu3E2mWoxnuYfwdNNrhq2peWFhOivkRrev9sPS4QPSupV1MEFt/s1600/Ahora+es+el+momento.png" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjPTH_steRQ6rR0fSXqFRggoT1Chzr1FXNE0g9Z4d-zGc7o7xNE07oFbEpDbn0h3SHlxKi1AHh7GUlLd58QTVJZojKbMHiu3E2mWoxnuYfwdNNrhq2peWFhOivkRrev9sPS4QPSupV1MEFt/s320/Ahora+es+el+momento.png" width="186" /></a><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Ahora es el momento</i><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<span lang="EN-US" style="mso-ansi-language: EN-US;">Tom Spanbauer</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Novela</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Ed. Mondadori, 2007,
524 págs.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;">PRIMERA PARTE</b><o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Hoy voy a quebrantar
una de las normas que me autoimpuse al comenzar este blog: no publicar
nunca una reseña negativa de un libro. En parte, pretendía hacer valer aquella
frase que mi abuela tanto nos repetía y que, precisamente por haberla oído
tantísimo, acabó calando en mi mente: “Si no tienes nada bueno que decir, mejor
no digas nada”. Sin embargo, el motivo principal era evitar lo que tan a menudo
he visto en otros blogs, esto es, la horda de comentarios despectivos que suele
acarrear una mala crítica por parte de la gente a la que sí le ha gustado el
libro en cuestión, de todos esos lectores/as que piensan que cualquier opinión
que difiera de la suya es un ataque, una afrenta personal contra ellos/as que,
como tal, debe ser satisfecha, emendada y reparada a base de exigir una rectificación
inmediata al autor del artículo a través de comentarios maleducados. Pero como sea
que este blog no lo lee nadie, no hay peligro de que eso ocurra, así que allá
voy.<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Es difícil
valorar con imparcialidad la última novela de un autor cuando la anterior que
leíste te entusiasmó, tal y como me pasó con <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El hombre que se enamoró de la luna</i> (editada en castellano en 1994
y que yo leí tardíamente una década después). Es el problema de las altas expectativas,
que a menudo se convierten en grandes desilusiones porque cualquier mérito
palidece en comparación. Ocurre, por ejemplo, con la tercera parte de la saga
de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El Padrino</i> o el segundo disco de
MGMT, por poner los dos primeros casos que me han venido a la cabeza, no es que sean
obras objetivamente malas, pero claro, visto lo visto…<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Por eso la
lectura del primer capítulo (no pasé de ahí) de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Ahora es el momento</i>, de Tom Spanbauer, se ha convertido en una de
las peores decepciones que he sufrido últimamente. Según avanzaba en la lectura
mi gesto pasó de la sonrisa entusiasta a la flojera facial, y mis pensamientos
del regocijo de “me esperan horas de entretenida lectura” al chasco de “no me
puedo creer lo que estoy leyendo”. Déjenme analizar esas primeras 40 páginas y
valoren ustedes mismos si tengo o no razón. </div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Tal y como
anuncia la contraportada, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Ahora es el
momento</i> es una novela de formación, la historia de un adolescente, Rigby John
Klusener, que decide abandonar el rígido y católico hogar familiar en Idaho
para marcharse a San Francisco, meca del movimiento hippy (estamos en 1967) y
paradigma de la libertad sexual y cultural. Hasta aquí todo bien, un clásico planteamiento
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">bildungsroman</i> a la americana: rotura
de las cadenas familiares, búsqueda de nuevas experiencias, (probablemente)
sexo, drogas y rock and roll, vida en la carretera y todos esos clichés que
tanto me gustan cuando están bien contados. Entonces empecé a leer.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
[Inciso 1: si
quieren un buen<i style="mso-bidi-font-style: normal;"> bildungsroman</i> a la
americana, lean <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El Palacio de la Luna</i>,
de Paul Auster].<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Ya desde el
principio el estilo de la prosa no me convenció. El gusto por la frase corta y
el abuso del punto y aparte le dan a la narración un tono excesivamente
trascendental, susceptible de convertirla en un mero ejercicio de estilo, o
como mínimo, de imponer el estilo sobre la trama —una propuesta con la que
no estoy en desacuerdo, siempre y cuando se formalice con sagacidad y no de
manera forzada como es el caso—. De acuerdo, el narrador tiene diecisiete años, pero
aun así no deja de ser un poco irritante. Sirvan de ejemplo las primeras líneas:
</div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
“Queso
parmesano.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Todos mis
problemas empezaron con queso parmesano.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Y terminaron con
queso parmesano.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Mi vida hasta
ahora ha sido un gran ciclo de queso. </div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
En mi primer año
en el colegio Saint Joseph se produjo el primer incidente con queso parmesano.”<i style="mso-bidi-font-style: normal;"> </i>(Pág. 11)<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Por de pronto,
pongo en duda que empezar un libro con tanto queso parmesano sea lo ideal. Si
me preguntan, creo que estas cinco frases merecen figurar entre el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">top 10</i> de los peores comienzos de novela
de la historia. Pero a lo que vamos, ¿es necesario tanto punto y aparte? ¿No
hay un exceso de énfasis? No sé, también puedo estar equivocado, supongo que habrá
a quién le guste (el inicio me refiero, no el queso parmesano). Sin duda es
arriesgado y encaja bien con la concepción literaria de Spanbauer: escritura
peligrosa y todo eso. <br />
[Inciso 2: si
quieren riesgo, lean a Vila-Matas, Bolaño o<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Cercas].</div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Sigamos. En este
primer capítulo se narra la huida furtiva del protagonista —aunque no se nos
dan muchas explicaciones sobre por qué quiere escapar— de un hogar familiar del
que está harto y asqueado:<o:p></o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
“El jodido
brillo de la luz del techo, las jodidas sillas amarillas, el jodido mantel de
hule con los jodidos tulipanes estampados en él, las cuatro jodidas tajadas de
rosbif, el jodido bol verde de jodido puré de patatas, la jodida fuente azul de
los jodidos guisantes de lata, la jodida salsera naranja, la jodida cesta de
pan, el jodido platito de la mantequilla, el jodido ketchup Heinz 57, y las
jodidas lecheras para la sal y la pimienta”. (Pág. 27)<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Por si a alguien
se le ha escapado el malestar de Rigby, el autor insiste en el jodido adjetivo
a lo largo de los tres párrafos siguientes. ¿Se supone que <i style="mso-bidi-font-style: normal;">esto</i> el cabreo de un adolescente rebelde que pretende marcharse de
casa? ¿Esto es toda la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">teenage angst</i>
que es capaz de supurar un joven hastiado?, ¿“el jodido platito de la
mantequilla”? Más bien parece la absurda rabieta de un niño mimado, una
inofensiva pataleta que lo único que provoca son ganas de agarrarlo por las
solapas y sacudirlo fuertemente mientras se le exige que suelte algo de bilis
de la de verdad.<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Antes de partir,
Rigby pasa por casa de su amiga íntima Billie para despedirse. Billie es una
niña extremadamente inteligente: “Podría ser ingeniera espacial si se lo
propusiera, pero ha decidido ser beatnik. Es demasiado lista para ser hippie”
(Pág. 31), una de esas reflexiones que pecan de exceso de intelectualismo y que
me llevó a un primer amago de abandono. El protagonista ha vivido junto a ella muchos
momentos mágicos, o sea, cursis: “No sabría deciros la cantidad de noches que
nos quedamos sentados en la furgoneta aparcada bajo las estrellas, escuchando
la radio, hablando, hablando sin parar, sobre el universo y Jean-Paul Sartre,
Paul Harvey y Sigmund Freud”<i style="mso-bidi-font-style: normal;"> </i>(Pág.
31), con lo cual el lector ya se imagina que la despedida va a ser de lo más
triste, lacrimoso (¡por dios, si hasta la madre de Billie no puede soportar la
idea de que Rigby se vaya y se encierra en el lavabo a llorar!), solemne y,
sobre todo, trascendental:<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
“Gracias, ha
dicho Billie, por todo.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Soy yo el que
debería dar las gracias, he dicho.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Entonces, así lo
ha querido el destino, hemos dicho al unísono: Hemos hecho una promesa.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Ese extraño
sonido saliendo de lo más profundo de nosotros.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Qué cosa más
rara, la risa.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Mi mano derecha
se ha levantado y ha formado con los dedos una V.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
«Paz» ha sido
todo lo que han logrado articular mis labios de goma.” (Pág. 34)<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
No sé a ustedes,
pero a mí tanta emotividad y afectación me empalagan sobremanera. </div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Superado este
trance, Rigby John parece que por fin va a lanzarse a la carretera. Pero no,
primero tiene que despedirse de su perro Tramp, un perro con el que, como
adolescente solitario y timorato que es, mantiene unas conversaciones de lo más
interesantes y, lo han adivinado, trascendentales: “No sabría decir cuántas
veces me he sentado a su lado, he carraspeado y he dicho en voz baja algo así
como: Tramp, ¿crees que Dios ha muerto? O: Tramp, ¿crees que el comunismo
supone una amenaza para el estilo de vida americano?”<i style="mso-bidi-font-style: normal;"> </i>(Pág. 38). En serio, alguien debería decirle que los perros no
entienden el lenguaje humano y mucho menos lo hablan, pero bueno, supongo que
esto forma parte de “la magia” de la novela. [Inciso 3: si quieren una novela
donde la magia aparezca de forma verosímil y entretenida, háganse con <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Stone junction</i>, de Jim Dodge].</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Como ya se
figuran, obviamente la despedida del cánido no va a estar falta de su
correspondiente sobredosis de almíbar:<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><o:p> </o:p></i></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
“He dicho:
Tramp, me voy a un lugar al que no puedes venir. </div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Ha empezado a
jadear con la lengua colgando. Ha entornado el hocico con la lengua colgando.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
En sus ojos he
visto que se huele algo.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Luego ha empezado
la pata, la cola.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Eso y el piano
esta mañana casi me han partido el jodido corazón. (…)</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
¡Sentado!, he
dicho. ¡Sentado, Tramp!</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Y él se ha
sentado. Tramp es un buen perro.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
¡Ahora quieto!,
he dicho. (…)</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
En cuento he
llegado al asfalto de Thyee Road, he pisado a fondo el acelerador. (…)</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Ocho kilómetros
más adelante, bajo la hilera de álamos de Virginia de Philbin Road, he dejado
de ver por el retrovisor a Tramp a la luz de la luna.” (Págs. 39-40)<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
El perrito
abandonado a la luz de la luna. Una imagen, oh, de lo más tierna, sensible y
rompecorazones que he leído en mucho tiempo. Por favor.<br />
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Cuando finalmente,
superados todos los dramas, Rigby se echa a la carretera uno piensa “bueno, se
acabaron las lloros y la mojigatería, ahora empieza la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">road movie</i>”. [Inciso 4: si desean una buena <i style="mso-bidi-font-style: normal;">road novel</i>, lean <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El Cadillac
de Big Bopper</i>, también de Jim Dodge]. Pero no del todo, todavía quedan
conmovedoras lágrimas que derramar:</div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
“Luego he vuelto
a encender la radio para ver si lograba sintonizar alguna emisora. Lo he conseguido.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Se oía con toda
claridad.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
«Si vas a san
Francisco, asegúrate de llevar flores en el pelo.»</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Tantas canciones
tristes.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
He llorado todo
el camino hasta Twin Falls.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
He aparcado la
camioneta en la calle Norby. En la esquina de Norby con South Sward.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
He echado a
andar hacia el sur. Solo me he detenido una vez para coger esta margarita.”
(Pág. 41)<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
A ver, no tengo
nada en contra de que el protagonista llore y exprese sus sentimientos, ¡pero
es que es la quinta llorera en apenas 30 páginas! Tampoco tengo nada en contra
de Scott McKenzie, de su archiconocido himno hippy (bueno quizá sí, más en
contra de la canción que de McKenzie, pero eso es otro tema), ni de que los
hombres luzcan flores, pero ¡por favor, que ñoñería! Suerte que ya estaba
prácticamente al final del capítulo; no me he visto con ánimo de seguir
adelante. He cerrado el libro y he ido corriendo a la cocina a lamer un limón y
tragarme un puñado de sal para quitarme de encima tanta sacarina y tanto trascendentalismo
trascendental melindroso. </div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;">SEGUNDA PARTE</b><o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Pasada la crisis
diabética, ya más sosegado y releyendo lo escrito, me he preguntado si acaso no
soy yo el que anda errado y en realidad la novela no es tan mala como
presupongo. He vuelto a coger el libro y en la contraportada he leído un extracto
de la crítica del New York Times Book Review: “El milagro de <em>Ahora es el
momento</em> es que nos obliga a reconsiderar todas nuestras ideas acerca de la
narración, la historia y el mito… Spanbauer captura la música de la mente y del
cuerpo.” No sé a qué música se refiere, si son los pastelazos de romanticismo
barato de Elton John, Meat Loaf y Bryan Adams, entonces de acuerdo. Pero no, no
puede ser, si el New York Times dice que es bueno, es bueno, soy yo el que está
equivocado. <o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Me gustaría
hacer una prueba, copiar las primeras 100 páginas del libro, imprimirlas y
enviárselas a varias editoriales como si las hubiese escrito yo, autor anónimo,
a ver qué me responden, pero tendría que emplear un esfuerzo y un tiempo que no
estoy dispuesto a malgastar. Me encantaría leer las contestaciones; apuesto a que
ninguna aceptaría el manuscrito, pero claro, yo no me llamo Tom Spanbauer.
Aunque, pensándolo bien y en vista de la situación actual del sector,
tampoco creo que ninguna editorial aceptase hoy en día publicar a alguien como
Thomas Bernhard ni a muchos otros autores que sí vale la pena leer.<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
A continuación
he estado navegando por diferentes blogs y he constatado que en
general todas las críticas eran positivas. Sólo <a href="http://nestormirplanells.wordpress.com/2009/11/26/ahora-es-el-momento-por-tom-spanbauer/" target="_blank">esta</a>
parecía que no: “Hace una semana reemprendo la lectura y, cansado como estoy de
las novelas de iniciación vital y existencial, tengo que forzarme para llegar
hasta la página 200. Da la impresión de que en 200 páginas el autor se toma su
tiempo para que no pase nada (…) En varias ocasiones tengo ganas de tirar el
libro al wáter, por diferentes razones. La primera: qué me importa a mí la vida
de un ranchero en medio de sus campos en Idaho.” <o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Suelto un
suspiro de alivio por no haber osado pasar del primer capítulo y haberme
ahorrado así mayores decepciones y porque por fin he encontrado a alguien que
comparte mi opinión. Sin embargo, sigo leyendo: “Total, que llego hasta la
página 200 tirándome del pelo en más de una ocasión, pero llego (no hay nada
peor que llegar a la página 200 de un libro y darte cuenta de que has perdido
el tiempo). Y entonces las cosas, la historia empieza a despegar, los
acontecimientos empiezan a sucederse con más y más velocidad (…) de repente da
un salto. Da un salto mortal. Y además esa forma de escribir que en un
principio parecía como poco comprimida, como muy aireada, de repente, alcanza
el reto de acercarse a la poesía pura.” </div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
O sea, que acaba
bien. Maldita sea. Definitivamente lo acepto, el problema es mío. <o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Lo siento, no me
hagan caso.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Lo retiro.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Todo.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Debería darle
otra oportunidad a la novela. </div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Reciban una lágrima
de arrepentimiento y una corona de flores en el pelo.<br />
<o:p></o:p> </div>
Marcoshttp://www.blogger.com/profile/12701487498193732733noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7901266639011073499.post-79997822336615617232013-11-13T13:24:00.000+01:002013-11-13T13:24:25.800+01:00DE CUENTOS<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhvbjaKTWVi2PLpybYxQq3QBaGa2elz2pRCCOtWZ6WRqz0VIn3cDOPGQ06N6wd0vMYiVLZEmsHcfOShjlC36gndJO47uJ1NoydQdKKm2z5lgOY7QcIybz3IV0YZY9699_lw8lww-8EFpBxh/s1600/03+'En+las+nubes'+-+I.+McEwan.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhvbjaKTWVi2PLpybYxQq3QBaGa2elz2pRCCOtWZ6WRqz0VIn3cDOPGQ06N6wd0vMYiVLZEmsHcfOShjlC36gndJO47uJ1NoydQdKKm2z5lgOY7QcIybz3IV0YZY9699_lw8lww-8EFpBxh/s1600/03+'En+las+nubes'+-+I.+McEwan.jpg" /></a><i style="mso-bidi-font-style: normal;">En las nubes</i><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Ian McEwan</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Cuentos</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Ed. Anagrama, 2007, 147
págs.<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">La última noche</i></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
James Salter</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Cuentos</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Ed. Salamandra, 2005, 156
págs.<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Ha querido la
casualidad que en las últimas semanas me hayan recomendado dos libros de
cuentos, además de un interesante artículo que pueden ustedes leer <a href="http://www.letraslibres.com/blogs/el-grafolego/contra-el-cuento">aquí</a>.
Parece ser que desde que concedieron el Premio Nobel de Literatura de este año
a Alice Munro, maestra canadiense del relato corto, el cuento se ha puesto de
moda, al menos en la esfera <i style="mso-bidi-font-style: normal;">blogger</i>. Vaya
por delante que no soy un fan del género; no suelo leer cuentos, y cuando lo
hago, voy a lo seguro (Borges, Cortázar, Monterroso…); lo mío es más la novela.
De hecho, creo que el último libro de cuentos que leí (antes que los dos que
voy a comentar, me refiero) fue <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Siete
cuentos imposibles</i>, de Javier Argüello, allá por el mes de junio de 2010
—una recopilación altamente recomendable, por cierto—. Sin embargo, creo que
vale la pena reseñar estos dos libros ya que me han sorprendido gratamente. Al
margen de polémicas estériles a favor/en contra del cuento como género
literario, yo sólo distingo entre dos tipos: los buenos y los malos. Obviamente,
los que voy a comentar figuran entre los primeros.<o:p></o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Empecemos por <i style="mso-bidi-font-style: normal;">En las nubes</i> de Ian McEwan. A McEwan
seguramente ya lo conozcan por sus novelas <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Amsterdam</i>,
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Expiación</i>, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Sábado</i> o <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Chesil</i> <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Beach</i>, todas ellas de gran repercusión y
altísima calidad. Personalmente creo que Ian McEwan representa al novelista
británico por excelencia: no se puede ser más novelista ni más británico. Si en
la enciclopedia existiese la entrada <i style="mso-bidi-font-style: normal;">novelista
británico</i> —perdonen la insistencia—, sería su foto la que aparecería al
lado. Y claro, eso se nota en su manera de abordar la distancia corta, porque <i style="mso-bidi-font-style: normal;">En las nubes</i> no es exactamente un libro
de cuentos al uso. Sus protagonistas —Peter Fortune, un niño de diez años de
imaginación desbordante, y su familia— son los mismos a lo largo de todo el
libro. Por tanto, más que de cuentos, yo hablaría de capítulos, o mejor dicho,
de episodios. Así, cada historia es un episodio de la vida cotidiana de la
familia Fortune distorsionado a través de la mente fabuladora de Peter, capaz de
convertir lo prosaico y anodino en auténticas aventuras. No me gusta aplicar la
etiqueta de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">realismo mágico</i> a McEwan
por el peso de las connotaciones que acarrea, pero si la depuran de ideas
preconcebidas, verán sin duda que algo de eso hay. Resulta admirable la
capacidad del autor para narrar hechos tan fantásticos como el intercambio de
cuerpos entre un gato y un niño, la disolución (literal) de toda una familia o
la metamorfosis del protagonista en un bebé de pocos meses, siempre con
sorprendente sencillez, verosimilitud y esa extrema elegancia tan inglesa y tan
suya. </div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Lástima que al
eludir el sujeto en la traducción del título al castellano se pierda
inevitablemente la referencia a la idiosincrasia del protagonista, presente en
el título original, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Daydreamer</i>,
palabra para la que no tenemos equivalente y que vendría a significar “el que
sueña de día/despierto”.<o:p> </o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhn1Sg0BDCaxwfOX5uuq_cISSr4214Y20NGZEiA-cDJEPC2byMTCFmx6BmgXGNrqxHvAXRxQuJk30YuHzp2_7zS-7RdbIuSHQ3E4nGwF79-EqSW2VfzJ0XPs5F35YXanMUzrIEtSHksWNz_/s1600/03+'La+%C3%BAltima+noche'+-+J.+Salter.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhn1Sg0BDCaxwfOX5uuq_cISSr4214Y20NGZEiA-cDJEPC2byMTCFmx6BmgXGNrqxHvAXRxQuJk30YuHzp2_7zS-7RdbIuSHQ3E4nGwF79-EqSW2VfzJ0XPs5F35YXanMUzrIEtSHksWNz_/s320/03+'La+%C3%BAltima+noche'+-+J.+Salter.jpg" width="195" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Les decía al
principio que sólo distingo entre dos tipos de cuentos, buenos y malos, pero no
es cierto, también los clasifico en cerrados y abiertos. Los primeros serían
aquellos que reproducen a escala reducida la estructura de una novela, es decir,
que tienen inicio, nudo y desenlace, y por tanto, transmiten cierto mensaje o
moraleja (Augusto Monterroso sería quizá su mejor representante); los segundos son
más indefinidos, más volubles y aleatorios: vendrían a ser como un fragmento de
una historia más amplia que no llegamos a vislumbrar, como una fotografía que
el autor ha decidido fijar en un momento dado de la existencia de unos
personajes, pero que también se podría haber tomado cinco minutos antes o cinco
minutos después, desde más cerca o desde más lejos (como ocurre, por ejemplo,
en la obra de Raymond Carver). Mientras que los de McEwan se acercan al primer
grupo, los cuentos de James Salter pertenecen más al segundo.<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Efectivamente,
el libro de Salter le deja a uno un poco descolocado. Sus relatos son como
postales que sitúan al lector en el rol de un <i style="mso-bidi-font-style: normal;">voyeur</i> que echase una breve mirada a la vida de unos personajes
desengañados y melancólicos que parecen moverse en un presente indefinido. Dice
Rodrigo Fresán que “al leer a Salter se experimenta la curiosa sensación de
estar paladeando un clásico atemporal” y estoy de acuerdo, es totalmente
clásico, pero no tanto en el sentido canónico. Yo lo interpreto más mirando al pasado
que al futuro, en el sentido de que, a pesar de ser actuales, los cuentos
parecen narrados en blanco y negro, como secuencias de cine de los años 50 —lo
que inmediatamente me recuerda al primer libro de Javier Marías, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Los dominios del lobo</i>, éste mucho más
directamente basado en las películas de aquella época—. </div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Existen sutiles
conexiones entre las diferentes historias, tan sutiles que requieren una
lectura muy atenta para no pasarlas por alto; un breve detalle aquí, cierto
nombre repetido allá. El estilo de Salter es sin duda exigente: es capaz de
simplificar tanto por ahorrarse una frase que a menudo hay que volver sobre lo
leído para aclararse, lo cual puede hacer perder la paciencia a más de uno. Sin
embargo, todo queda perdonado al acabar el último cuento, sin duda el mejor del
libro y el que le da título. Sencillamente excepcional. Es de aquellos relatos
que le persiguen a uno durante días y que dejan un poso difícil de definir; lo
podría intentar, pero lo mejor es que lo lean ustedes mismos.<o:p></o:p></div>
Marcoshttp://www.blogger.com/profile/12701487498193732733noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7901266639011073499.post-86567677682833014532013-11-06T10:27:00.000+01:002013-11-13T13:20:54.206+01:00DE MELANCOLÍAS AJENAS<div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWK-UBgzJACdQZjTlM3kpglRUisJm1HixfvrsMZctzqB-wzIuNiOJIIlo8d_26XG1Du17CLYzozOjmS8uHKS_FmiYM5jfs-XdarYC4vc3yF4LbgevVzoLoeY0OJlSQmuZBuM1nhwA7QgH5/s1600/02+'T%C3%BA+y+yo'+-+N.+Ammaniti.png" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWK-UBgzJACdQZjTlM3kpglRUisJm1HixfvrsMZctzqB-wzIuNiOJIIlo8d_26XG1Du17CLYzozOjmS8uHKS_FmiYM5jfs-XdarYC4vc3yF4LbgevVzoLoeY0OJlSQmuZBuM1nhwA7QgH5/s320/02+'T%C3%BA+y+yo'+-+N.+Ammaniti.png" width="207" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Tú y yo</i></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Niccolò Ammaniti</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Novela</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Ed. Anagrama, 2012, 131
págs.<o:p></o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Este relato
—cuento largo— me lo recomendó este verano Xavier Calicó (algún día les hablaré
más de él), con quien comparto la afición literaria y con quien siempre que nos
vemos no dejamos de intercambiar lecturas. Como Xavier lo elogió tantísimo, no
dudé en sacarlo de la biblioteca (muy a mi pesar ya no compro libros debido a problemas
de espacio y de dinero) en cuanto volví a Barcelona.<o:p></o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Y sí, desde
luego tenía razón, es muy bueno. La historia transcurre a lo largo una semana durante
la cual el narrador y protagonista, Lorenzo, un adolescente de catorce años, se
encierra en el sótano del edificio donde vive, fruto de una mentira, en
principio inocente, que sin saber muy bien cómo se va volviendo irremediablemente
en su contra. Una vez instalado, recibe la inesperada visita de su hermana
Olivia, nueve años mayor que él, hija de su padre y una mujer con la que tuvo
una relación antes de conocer a la madre de Lorenzo, que vendrá a desbaratar sus
planes e impedir que disfrute tranquilamente de su clausura voluntaria.<br />
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
A pesar de lo
que leo en la contraportada, no comparto la opinión de que se trate de una
novela de formación ni de que Ammaniti ofrezca “una nueva y desgarradora visión
de ese mundo adolescente del que es cronista excepcional”. Precisamente creo
que el mayor acierto del libro es enfocar la adolescencia tal y como es: un
periodo de cambios y contradicciones, sí, pero ni tan traumáticos ni tan
radicales y desgarradores como algunos piensan y muchas novelas pretenden hacer
creer. Hay personas que recuerdan la pubertad como algo horrible, conflictivo y
depresivo; qué quieren que les diga, yo me lo pasé muy bien. Pregunto en mi
entorno social y la mayoría de las respuestas coinciden: ojalá volviera a tener
15 años. Y así es como Ammaniti enfoca el relato, evitando caer en el truco
fácil del adolescente atormentado, exacerbado, hiperromántico y/o de tendencias
suicidas; simplemente lo presenta al natural. Sí, de acuerdo, Lorenzo es un
poco huraño (“No empecé a hablar hasta los tres años y la conversación nunca
fue mi fuerte. Cuando un desconocido me dirigía la palabra, le contestaba sí,
no, no lo sé. Y si insistía le contestaba lo que quería oír. Las cosas una vez
pensadas, ¿qué necesidad hay de decirlas?”), uno de los marginados de la clase
que no acaba de encontrar su sitio entre los grupitos que se forman a la hora
del recreo (“Cuando estaba solo era feliz, con los otros debía actuar”), ¿pero
quién encaja perfectamente a esa edad? En este sentido no pueden evitarse las
comparaciones con Holden Caulfield, otro ejemplo de adolescente <i style="mso-bidi-font-style: normal;">outsider</i> sin mayores aditivos.<br />
<br />
Ahora bien, el
acontecimiento que realmente dispara la acción es la súbita irrupción de Olivia,
con nocturnidad y alevosía, en el búnker de Lorenzo. Lo que en principio parece
una visita casual, una estancia de una sola noche, se convierte en una invasión
en toda regla, gracias a la cual los dos hermanos —que se han visto en contadas
ocasiones, que prácticamente ni se conocen y a los que separan muchas más cosas
de las que los unen— se verán obligados a compartir un espacio minúsculo por
motivos bien distintos. No quiero seguir desvelando la trama porque acabaré contando
cosas que es mejor que el lector descubra por sí mismo. Lo que sí puedo
decirles es que ambos sufren su propio <i style="mso-bidi-font-style: normal;">vía
crucis</i> —ella físico, él emocional— después del cual ya nada volverá a ser
lo mismo.<br />
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Finalmente, tras
un desenlace que el lector ya intuye (aunque no por sabido es menos demoledor),
una breve nota en la última página le deja a uno con una terrible sensación de
malestar, con un frío epidérmico del que cuesta desembarazarse y que perdura
varios días después. Lo primero que pensé al cerrar el libro es que las 131
páginas saben a poco; yo querría que la novela tuviese otras 100 o 200. Te
quedas ansioso de saber más cosas, de que te sigan contando; te resistes a
aceptar el final, pero ya que es imposible cambiarlo, exiges que por lo menos te
den más explicaciones. Ammaniti, no me dejes así…<br />
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Sé que suena
raro, pero cada vez que recuerdo este libro me asalta una nostalgia extraña, una
melancolía que sé que no es mía y sin embargo la siento como mía. Dicho de otro
modo: yo no sabía quién era Marcella Bella ni jamás había escuchado <i style="mso-bidi-font-style: normal;"><a href="http://www.youtube.com/watch?v=xpxlqBGaE5A" target="_blank">Montañas verdes</a></i>, pero ahora, cada vez
que oigo ese tema, no puedo evitar que se me ponga la piel de gallina; imagino
a Olivia —bellísima, esquiva— contorneándose lentamente, cantando en voz baja,
bailando con Lorenzo, y los ojos se me inundan de una tristeza que no me
pertenece. </div>
<o:p></o:p><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Es posible que
a<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Niccolò Ammaniti ya lo conozcan por
otras obras suyas como <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Como dios manda</i>,
con la que consiguió el Premio Strega en 2007, el galardón literario más
importante de Italia, y <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Que empiece la
fiesta</i>, novela finalista del premio Alabarda d'oro en 2010 y con la que se
dio a conocer en España. No las he leído (espero hacerlo pronto) y no pretendo
hacerles creer lo contrario, con lo cual no sé decirles si <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Tú y yo</i> es mejor o peor que aquéllas. Lo que sí les recomiendo
fervientemente es que la lean —no les llevará mucho, un par de tardes a lo
sumo— y que disfruten de esta pequeña obra maestra.</div>
Marcoshttp://www.blogger.com/profile/12701487498193732733noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7901266639011073499.post-61443533665505745522013-10-28T10:55:00.001+01:002014-01-30T17:45:02.105+01:00OBJETOS Y OBSESIONES<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRVHIJyVaIqDu-otAwTwfYVDTebiSF-11FMMaKi7ScocxkbpLNsMpC0owfbSX17DFvFhsBWufvDuvbyd_REnLHR1La0DaSkDhnuoh1U8mCio0Gj_zhWcLfYJ3X8k8nytFZ_7-lT3hsl_g3/s1600/sombra-del-pugil-jpg.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRVHIJyVaIqDu-otAwTwfYVDTebiSF-11FMMaKi7ScocxkbpLNsMpC0owfbSX17DFvFhsBWufvDuvbyd_REnLHR1La0DaSkDhnuoh1U8mCio0Gj_zhWcLfYJ3X8k8nytFZ_7-lT3hsl_g3/s320/sombra-del-pugil-jpg.jpg" height="320" width="212" /></a><br />
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">La sombra del púgil</i><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Eduardo Berti</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Novela</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Ed. La otra
orilla, 2008, 162 págs.<o:p></o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
La verdad es que
llegué este libro por equivocación, arrastrado por una recomendación y por mi
creciente afición al noble arte, pero en lugar de hallar las descripciones del
sudor, la sangre y la extenuación física que esperaba, me encontré con una
apasionante y personalísima novela sobre objetos y obsesiones cuyo mayor
mérito, que no el único, quizá sea hacer fácil lo difícil: mezclar varias
tramas y sub-tramas con constantes saltos temporales y conseguir que queden
perfectamente integradas en una novela coherente, narrada en un estilo ligero,
casi coloquial, que engancha desde el principio. <o:p></o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Reconozco que
hasta hace cuatro días no había oído hablar de Berti, entre cuyas obras, por lo
visto, hay una finalista del prestigioso Prix Femina francés, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La mujer de Wakefield</i>, y otra del no
menos notorio premio Herralde, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Todos los
Funes</i>. Lo que les puedo asegurar es que tras la lectura de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La sombra del púgil</i> me he quedado con
las ganas de saber más. Espero pronto darles más noticias sobre Berti.<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Una de las
principales peculiaridades de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La sombra
del púgil </i>es que el narrador no es uno sino que son tres, pero, cual
monstruo mitológico tricéfalo, con una sola voz. Tres hermanos que rememoran su
infancia, en la que fueron inocentes testigos del silencioso enfado entre sus
dos tías solteronas —fruto de una disputa enquistada entre las brumas del
pasado y de la cual no se explica el motivo, o se conjeturan varios— por la
misma época en que su padre relataba cada noche durante la cena, como si de una
radionovela se tratase, la historia de Justino, el relojero, cerrajero y
ex-boxeador del barrio, y de cómo en su último combate profesional logró vencer
a un joven debutante que posteriormente seguiría una fulgurante carrera hasta
convertirse en héroe nacional del cuadrilátero con el sobrenombre de “el
monarca”. Años después de aquella primera y única derrota, el monarca pedirá
repetidamente a Justino que le conceda la revancha, tentándole cada vez con una
bolsa mayor, pero el relojero, ya en los cincuenta, se negará a volver al ring
a pesar de la insistencia de su rival. Sólo la enfermedad de su mujer y su
carísimo tratamiento harán que Justino se plantee aceptar la oferta.<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Es un objeto, un
reloj de sobremesa estropeado con forma de catedral, el que actúa como catalizador
que hilvana ambas tramas. A partir de su reparación, Justino vendrá a romper el
mudo equilibrio que sostienen las dos tías solteras. Hay en el gusto por los objetos
de Berti algo que recuerda a Perec, pero a diferencia del francés, el argentino
no se recrea tanto en su descripción, sino que éstos actúan como personajes que
desencadenan conflictos, como ocurre con la muñeca de porcelana de cabello
injertado, con el reloj de pulsera “semicangrejo” cuyo segundero corre al revés
o con el mantel blanco de hilo, metáfora de la pantalla de cine sobre la que cada
noche el padre va desgranando las imágenes de su historia.<b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><o:p></o:p></b></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
A pesar de que la
novela abarca seis décadas no se trata de una interminable saga familiar. No, el
tiempo va y viene, del presente al pasado remoto, de ahí al pasado reciente y de
nuevo al presente, en un constante baile de fechas siempre imprecisas (“Corría
el año setenta y seis, o a lo sumo el setenta y siete”, arranca la novela), lo
cual no supone ninguna dificultad para un lector mínimamente atento. Así, con
la pericia y la precisión de un relojero, Berti va ensamblando los párrafos
dentro de los mecanismos de la trama,
dejando pistas aquí y allá y algún que otro cabo suelto para que el lector
complete la historia.<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Según avanza la
narración el lector se ve inevitablemente implicado en un laberinto de
obsesiones —el monarca obsesionado con Justino, Justino obsesionado con una de
las tías y las tías obsesionadas con su rivalidad y su enconado silencio de
años— que lo atrapan en una telaraña de celos, amor, orgullo y envidias. Sin
embargo, el que espere un desenlace concreto y definido puede verse
decepcionado. Personalmente creo que la resolución del pleito entre Justino y
el monarca es digna de un excelente novelista; es mucho más difícil y arriesgado
lo que consigue Berti a partir de rumores, insinuaciones y sobreentendidos que
un final al uso. Es ahí donde se nota el oficio de un gran escritor, y Berti,
se lo aseguro, lo es.<o:p></o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">La sombra del púgil</i> es una novela envolvente,
narrada con precisión quirúrgica y extrema habilidad, una historia hecha de
“poquitos”, de retazos hilvanados en un gran tapiz que, tal y como dice el
cliché, suma mucho más que las partes.<o:p></o:p></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<o:p></o:p> </div>
Marcoshttp://www.blogger.com/profile/12701487498193732733noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7901266639011073499.post-61440568919387365722013-10-23T16:25:00.000+02:002014-01-30T17:44:39.348+01:00TENTATIVA DE AGOTAR A PEREC EN CINCO PÁRRAFOS<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEis6nCKtTxJNzTvH5iAF2ZR4Zb83_ap8cRhDcu2bldirYSbw99-3C_Qm0ew_S0ncPOxt1SQx5wFGbItEZX4v27HXwP2O6uH7fNTMfUoZrx6Z8saNl0_pa5fLKeUIVnj0r5B0CZ5BoySFD05/s1600/00+Gabinete+aficionado.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEis6nCKtTxJNzTvH5iAF2ZR4Zb83_ap8cRhDcu2bldirYSbw99-3C_Qm0ew_S0ncPOxt1SQx5wFGbItEZX4v27HXwP2O6uH7fNTMfUoZrx6Z8saNl0_pa5fLKeUIVnj0r5B0CZ5BoySFD05/s320/00+Gabinete+aficionado.jpg" height="320" width="210" /></a></div>
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">El gabinete de un aficionado </i><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Georges Perec</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Novela</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Ed. Anagrama,
1989, 109 págs.<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Supongo que es
lógico que la primera entrada de este blog se refiera a la novela que le da
título. El problema es que la leí hace mucho tiempo y no he querido releerla
para no estropear el recuerdo que guardo de ella, lo cual me ha traído a la
cabeza una frase de Eduardo Berti sobre cómo el olvido funciona a la larga como
arma crítica: “imagínese recordar a la perfección todos los libros que hemos
leído, sería tan inútil como insoportable, por fortuna la memoria se encarga de
seleccionar, y cuanto nos queda es una imagen, una vaga sensación, a lo sumo
una frase, ni siquiera de cada libro que leímos sino de algunos.”<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
La vaga
sensación que yo guardo de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El gabinete de
un aficionado </i>es la de un libro simpático y bien educado; corto, ameno y
descriptivo. La imagen es, por supuesto, la de la portada, el cuadro que
representa el gabinete de un coleccionista de arte en el cual está incluido el
propio cuadro dentro del cuadro, y el cuadro dentro del cuadro dentro del
cuadro, y así hasta seis veces, hasta llegar a una miniaturización de la obra que
mide tan solo cinco por tres milímetros. También recuerdo que la colección de
arte reunida por el diletante no es tanto una biografía pictórica o una muestra
de su propio gusto como una forma de venganza.<o:p> </o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi13Nt84J91p_Iiat_EaKVhRvovRXpoi-EdKUDPQVBEcYtrYrVnhZ479BsPdHpfWzcSK6POh6W0PT-ZwY1JS9h5Q2sLpS0WUZt0balRKuTCXD6KbE6nFz3yWW8HQqG9pIbGkrQT5R8P9Eru/s1600/00+G.+Perec.png" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi13Nt84J91p_Iiat_EaKVhRvovRXpoi-EdKUDPQVBEcYtrYrVnhZ479BsPdHpfWzcSK6POh6W0PT-ZwY1JS9h5Q2sLpS0WUZt0balRKuTCXD6KbE6nFz3yWW8HQqG9pIbGkrQT5R8P9Eru/s1600/00+G.+Perec.png" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Georges Perec (1936-1982)
vivió poco y escribió mucho. Seguramente se le recordará más por su novela <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La vida instrucciones de uso</i> —elegida por
los franceses como la mejor novela de la década 1975-1985 en una encuesta
realizada por <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Le Monde</i>— o por formar
parte del OuLiPo —una taller de literatura experimental fundado por Raymond
Queneau— que por el librito que nos ocupa, no sin razón. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La vida instrucciones de uso</i> es una novela coral monumental (de hecho, en un principio <em>El gabinete de un aficionado</em> debía formar parte de <em>La vida</em>... pero al final Perec decidió que tenía entidad suficiente como para funcionar independientemente), un
intento de describir la realidad a través de las vidas de los habitantes de un
inmueble parisino. Uno de los personajes del libro, Bartlebooth, se embarca en
una misión parecida a la del propio Perec: “Imaginemos un hombre cuya riqueza
sólo se pueda comparar con su indiferencia por todo lo que la riqueza suele
permitir de ordinario y cuyo deseo, mucho más orgulloso, estriba en querer
abarcar, describir, agotar, no la totalidad del mundo —proyecto que se destruye
con sólo enunciarse—, sino un fragmento constituido del mismo: frente a la
inextricable incoherencia del mundo, se tratará entonces de llevar a cabo un
programa en su totalidad, sin duda limitado, pero entero, intacto,
irreductible.”<o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
A partir de los ensayos
realizados en el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Ouvroir de Littérature Potentielle</i>
surgieron obras como <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El secuestro</i> —novela
escrita íntegramente sin usar la letra <i style="mso-bidi-font-style: normal;">e</i>
(en francés, la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">a</i> en su traducción al
castellano—, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Lo infraordinario</i> —un
intento por describir “lo que realmente pasa cuando no pasa nada” que contiene
capítulos tan deliciosamente triviales como “Tentativa de inventario de los
alimentos y líquidos que engullí en el transcurso del año mil novecientos
setenta y cuatro”— o la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Tentativa de
agotamiento de un lugar parisino</i> —un listado de todo lo que pasó durante los
tres días de octubre en que Perec se instaló en un banco de la Place
Saint-Suplice de París—. De esta última conservo el agradable recuerdo de
haberla leído sentado en la terraza del Café de la Mairie, en la misma Place
Saint-Suplice, una fría tarde de invierno, abrazado al calor de mi petaca y
comprobando con asombro como muchas de las cosas descritas por Perec casi
cuarenta años antes ocurrían de pronto ante mis ojos: “Una mujer lleva una <i style="mso-bidi-font-style: normal;">baguette</i> en la mano”, “Pasa un [autobús]
87”. Una curiosa y divertida experiencia literaria que recomendaría a
cualquiera que se pueda permitir llevarla a cabo. <o:p> </o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
Las cenizas de
Georges Perec, fallecido a los cuarenta y cinco años a consecuencia de un
cáncer de pulmón, se encuentran en las galerías del crematorio del cementerio
de Père Lachaise, en un nicho sencillo y discreto. El día que lo fui a visitar,
mientras me hacía una foto frente a la pequeña lápida, se me acercaron dos
ancianas a preguntarme si era allí donde yacía Laurent Fignon. Debían tener la
vista demasiado cansada como para leer todos los nombres de la galería y mucho
menos descifrar la ubicación correcta de las cenizas del ciclista en el plano
que repartían a la entrada del cementerio. No sé por qué —supongo que por
piedad, por ahorrarles la búsqueda, o peor aún, por miedo, para que no me
pidieran que las ayudase a encontrarlo— les dije que sí, que aquel era el nicho
de Fignon, e inmediatamente me ofrecí a hacerles yo una foto a ellas antes de
que se acercasen a comprobarlo. Salieron las dos sonrientes, encantadas de
retratarse junto a los restos de Laurent Fignon sin saber que en realidad eran los
de Georges Perec. Luego me dieron las gracias y se marcharon.<o:p></o:p></div>
Marcoshttp://www.blogger.com/profile/12701487498193732733noreply@blogger.com5