Loïc Wacquant
Ensayo
Ed. Alianza,
2004, 242 págs.
(Reseña publicada originalmente en la web de
BoxeoTotal el 1 de febrero de 2014)
La historia de
este libro es bien curiosa. Su autor, Loïc Wacquant, no es escritor, ni
periodista deportivo y mucho menos boxeador, sino un profesor de Sociología de
la Universidad de Berkeley, California, que a finales de los años ochenta
decidió realizar un estudio sobre la desigualdad social en un gueto de Chicago
y como lugar de observación se apuntó a un gimnasio situado en un
barrio degradado de mayoría afroamericana. Para su propia sorpresa, Wacquant se
fue enganchando poco a poco al boxeo, empezó a entrenar con asiduidad y fue
aceptado como uno más dentro de la pequeña comunidad negra de boxeadores del Woodland Gym —quienes lo bautizaron con el apodo de “Busy Louie” (algo así como “Louie
el currante”)—, lo cual tiene su mérito, porque (no se dejen engañar por la
portada) Loïc Wacquant es blanco, gafotas, enclenque y tiene cara de no haber
roto un plato en toda su vida. Así, lo que empezó como una excusa para
desarrollar un ensayo sociológico se acabó convirtiendo en el tema central del
libro que nos ocupa.
Como buen
profesor universitario, investigador etnográfico y autor de otras tantas obras
de teoría social, la prosa de Wacquant es bastante exigente; sin llegar a ser
sesuda o incomprensible, sí requiere cierta atención y esfuerzo por parte del
lector. No se trata de un ensayo ligero, aunque también es cierto que según
avanzan las tres secciones en que se divide el libro, el análisis objetivo va
dando paso a una mayor implicación y protagonismo del autor en el texto,
haciéndolo más narrativo y menos académico.
La primera parte,
titulada La calle y el ring, es la
más extensa. En ella el autor nos acerca a la vida cotidiana de un boxeador
amateur y, por extensión, a la de todos sus compañeros del Woodland y
especialmente a la de su entrenador, DeeDee. Como un voyeur que además de mirar por el ojo de la cerradura se atreve a
meter la llave y cruzar la puerta para intervenir en la acción, Wacquant
describe, explica, analiza y sintetiza las interioridades del boxeo, lo que
ocurre entre bambalinas: las rutinas de los entrenamientos bajo la férrea
disciplina de DeeDee —el único autorizado para marcar los tiempos— y las
relaciones que se establecen dentro del grupo de púgiles, tanto amateurs como
profesionales. El discurso está construido a partir de sus propias
observaciones y experiencias, de las notas que tomaba casi cada día al llegar a
casa después del entrenamiento, del abundante material fotográfico y las
entrevistas grabadas in situ durante
los tres años que duró su aventura. Al igual que en los libros de “periodismo
participativo” de George Plimpton, el lector va aprendiendo a la vez que el
autor los entresijos del deporte, y no sólo las cuestiones técnicas y físicas,
sino también la sinergia sociológica: la administración del capital corporal,
el imprescindible control de las emociones (la “educación emocional”) y la libido (el eterno debate sobre las relaciones sexuales antes de un combate), la
elección de un sparring adecuado, el estilo de vida que rodea a un boxeador y
los problemas que sobrellevan los deportistas en un contexto tan duro.
En la segunda parte,
Una velada en el Studio 104, Wacquant
acompaña a un boxeador profesional, Curtis Strong, el peso superligero más
prometedor del gimnasio, durante un combate. Aquí el análisis del autor gira en
torno a una velada profesional: el pesaje, los personajes que ofrecen sus
servicios a tanto por pelea (cutmen,
preparadores físicos, masajistas, doctores…), los nervios y dudas del púgil
antes de subir al ring, el desarrollo de la contienda y, finalmente, la
celebración del triunfo.
La tercera parte
describe las propias vivencias del autor como boxeador para preparar su primer
y único combate de los Golden Gloves,
el torneo amateur más importante de Estados Unidos. Como decía al principio, tanto
este capítulo como el anterior son menos teóricos y más narrativos que el
primero. Aquí seguimos el intenso
entrenamiento de “Busy Louie”, los ánimos de sus compañeros y el ambiente del
gimnasio durante los días antes de la fecha clave, un ambiente marcado por aquella
sorprendente derrota de “Iron” Mike Tyson contra James “Buster” Douglas a
principios de 1990. Paralelamente, crecen los escrúpulos de su entrenador DeeDee
acerca de si dejarle pelear o no: “Ashante me confesará que DeeDee había dudado
hasta el último momento de dejarme subir al ring: «no quiero que maten a
Louie».” Una vez acabados los tres asaltos, y tras las felicitaciones de sus
compañeros por el buen papel realizado y por haber hecho honor al prestigio del
Woodland, escribe Wacquant: “Ashante me pregunta con entusiasmo por mi próximo
combate cuando DeeDee interrumpe el festejo: «No habrá una próxima vez. Ya has
tenido tu combate. Ahora ya tienes bastante para escribir tu maldito libro. Tú
no necesitas subir al ring».”