jueves, 23 de enero de 2014

LITERATURA Y BOXEO: “KNOCK OUT, TRES HISTORIAS DE BOXEO”, JACK LONDON

Knock Out, tres historias de boxeo
Jack London
Cuentos
Ed. Libros del Zorro Rojo, 2011, 129 págs.

(Reseña publicada originalmente en la web de BoxeoTotal el 4 de noviembre de 2013) 
 
En este magnífico volumen editado por Libros del Zorro Rojo se hallan reunidos los tres cuentos de Jack London sobre el mundo del boxeo. A lo largo de su corta vida, London ejerció los más diversos oficios, fue buscador de oro en Alaska, vendedor de periódicos, vagabundo alcohólico, marinero, peón de fábrica y, por supuesto, escritor. Como periodista cubrió varios eventos deportivos, entre ellos el llamado Combate del siglo que enfrentó a James Jeffries y Jack Johnson en 1910 (una crónica recientemente recuperada por la editorial Gallo Nero de la cual espero hablarles próximamente en esta sección). London condensó sus experiencias como corresponsal y su afición por el noble arte en estos cuentos magistrales, escritos con un realismo excepcional y plagados de descripciones y metáforas que expresan la poesía que encierra toda lucha.
 
En el primero, Un bistec, London cuenta la historia de Tom King, un boxeador veterano y arruinado que disputa su última pelea contra Sandel, un joven púgil en ascenso. El primero necesita el dinero de la bolsa para alimentar a su familia tanto como el segundo necesita ganar a un ex-campeón para afianzar su fama y su prestigio; el clásico enfrentamiento entre juventud y experiencia: “Sandel iba y venía, de aquí para allá, por todas partes, ligero de pies e impaciente, una maravilla viva de carne blanca y preciosos músculos que se trenzaba en una deslumbrante fábrica de ataques, deslizamientos y saltos, (…) a través de miles de acciones centradas en la destrucción de Tom King, que se interponía entre él y la fortuna.” Durante el durísimo combate el viejo púgil echará mano de todas las astucias que ha aprendido en su larga carrera sobre el ring para contrarrestar la fuerza y la determinación de Sandel. Los asaltos se irán desarrollando hasta llegar a un desenlace en el que será un mísero bistec, un vulgar trozo de carne, el que marque la diferencia entre la victoria y la derrota.
 
En El mexicano, Rivera, un joven y enigmático boxeador, contribuye a la revolución mexicana de principios del siglo XX con el dinero que gana en peleas clandestinas; sin embargo, sus aportaciones no son suficientes para la causa. Pronto surge una gran oportunidad, el combate que debía enfrentar a dos boxeadores estadounidenses aspirantes al título de los pesos ligeros está a punto de suspenderse debido a la lesión de uno de ellos. El mexicano se ofrece a ocupar su lugar con la condición de que el ganador se lo lleve todo, ya que necesita el dinero para que sus hermanos revolucionarios puedan seguir luchando: “Y vio la extensa frontera mexicana, árida, calcinada por el sol y dolorosa, y junto con ella vio las bandas harapientas detenidas por la falta de armas.” Así, con todo un pueblo ansioso de libertad en su esquina, el combate no sólo decidirá la suerte de Rivera sino también la de la revolución y, por extensión, la de todo un país.
 
El último cuento, El combate, está narrado desde el punto de vista de Genevieve, la prometida del famoso boxeador Joe Fleming. Ante los ruegos de ella para que abandone un deporte que considera cruel y violento, Joe prepara su último combate, cuya bolsa les permitirá casarse y llevar una vida holgada. Su rival es nada menos que el temible Ponta “un animal de frente estrecha, con ojos centelleantes bajo unas cejas enmarañadas y tupidas, con la nariz chata, los labios gruesos y la boca amenazadora (…) Había en él tosquedad y brutalidad —una criatura salvaje, primordial, feroz—.” Entre las brumas de los cigarros del público, Genevieve asistirá, disfrazada de hombre, al combate más brutal de su novio.
 
Como les decía al principio, los tres relatos están escritos con una verosimilitud y una precisión extraordinarias. Las escenas de lucha están llenas de metáforas acertadísimas que, lejos de eludir la contundencia de los golpes, sitúan al lector en primera fila de ring. De hecho, Un bistec está considerado por muchos como el mejor relato sobre boxeo jamás escrito. Tal y como afirma Juan Tallón en este estupendo artículo sobre escritores boxeadores: “De ese relato no te recuperas nunca. Es una cicatriz. Te acompaña toda la vida. Nadie se levanta después de un K.O. Y London, aquí, te tumba.”
Por si fuera poco, el texto viene acompañado de 16 dibujos en blanco y negro a cargo del ilustrador argentino Enrique Breccia que interpretan perfectamente la cruda intensidad de estas páginas. 

Si, como yo, son ustedes bibliófilos, sin duda sabrán apreciar el esfuerzo de Libros del Zorro Rojo por editar este fantástico volumen en pleno auge de libros digitales, tablets y lecturas sesgadas en pantalla. La preciosa cubierta de tapa dura, el gramaje del papel, las expresivas ilustraciones y, por descontado, la calidad de los cuentos de London, hacen de este libro un inmediato objeto de coleccionismo.
 

miércoles, 15 de enero de 2014

MAETERLINCK Y LA POÉTICA DE LAS FLORES

La inteligencia de las flores
Maurice Maeterlinck
Miscelánea
Ed. Longseller, 2003, 171 págs. 

A este libro llegué después de saber que era uno de los favoritos de Borges, aunque ahora no recuerdo dónde le oí recomendarlo. Su autor, Maurice Maeterlinck (1862-1949), nació en Gante, Bélgica, aunque luego vivió en muchos países (Francia, Estados Unidos, Portugal). Como hombre de letras del S. XIX tocó prácticamente todos los géneros: poesía, teatro, novela, ensayo y filosofía, y debió hacerlo muy bien —aparte del que nos ocupa, sólo he leído dos libros suyos, Los ciegos y Peleas y Melisenda—, ya que en 1911 le dieron el Premio Nobel de Literatura. 

Sin embargo, probablemente sus obras más famosas sean los ensayos que dedicó a las flores y a las abejas. Maeterlinck heredó la afición a la naturaleza, sus fenómenos y sus habitantes, de su padre, notario retirado y pequeño terrateniente apasionado por la horticultura y la apicultura. Y como buen poeta reunió los hechos más curiosos sobre la vida y la reproducción de las flores en este breve tratado que, tal y como explica, “de ninguna manera tiene la pretensión de ser un manual de ese género; simplemente quiero llamar en él la atención sobre algunos hechos interesantes que pasan a nuestro lado, en este mundo en que nos creemos, demasiado vanidosamente, privilegiados.” 

Así es. A leer las precisas descripciones que hace Maeterlinck sobre los sofisticados mecanismos de reproducción de algunas flores y plantas, uno tiene la misma sensación de pequeñez y humildad, de insignificancia, que cuando ve un documental sobre la inmensidad de la galaxia y el universo: y yo aquí, en esta roca perdida en mitad de otros miles de millones de rocas, enfadado porque se me ha llevado el coche la grúa o afligido porque mi equipo ha perdido un partido… En verdad sirve para poner las cosas en perspectiva: “En un mundo que creemos inconsciente y desprovisto de inteligencia, nos imaginamos desde luego que la menor de nuestras ideas crea combinaciones y relaciones nuevas. Al examinar las cosas desde más cerca, parece infinitamente probable que nos es imposible crear nada. Venidos los últimos sobre la tierra, encontramos sencillamente lo que siempre ha existido, y repetimos como niños maravillados la ruta que la vida había hecho antes que nosotros. Y es muy natural y reconfortante que así sea.”            

Lejos de ser un texto técnico, Maeterlinck pone la poesía y el lenguaje al servicio de la descripción científica, consiguiendo así que un tema bastante específico y concreto llegue a ser comprensible, e incluso interesante, para los que carecíamos de (in)formación previa. Nunca he sentido una especial atracción por las flores ni me ha importado lo más mínimo sus estrategias reproductoras, y sin embargo, no pude dejar de investigar en internet sobre “la legendaria valisneria, una hidrocarídea cuyas bodas forman el episodio más trágico de la historia amorosa de las flores”, tras la fascinante explicación que el autor hace de ella.
Lo que consigue Maeterlinck mediante su dominio del léxico y la técnica narrativa es que unos hechos menores, discretos y particulares alcancen una vocación universal y se proyecten mucho más allá del diminuto mundo en el que se desarrollan, de donde se puede deducir el porqué de la admiración que Borges profesaba por este libro. 

Vean si no, el poder descriptivo, la potencia evocadora, de estos dos párrafos:
“Pero las horas, que son los años de la flor, transcurren; su brillo se empaña, los pétalos empiezan a desprenderse, y el orgullo de las grandes reinas, bajo el peso de la vida, parece replegarse. En un momento dado, como si obedecieran a la consigna secreta e irresistible del amor, que considera la prueba suficiente, con un movimiento concentrado y simétrico, comparable a las armoniosas parábolas de un quíntuple surtidor de agua que vuelve a caer en la fuente, todas se inclinan a la vez y recogen graciosamente de los labios de sus humildes amantes el polvo de oro del beso nupcial.” (Pg. 28)      
“La ginesta de España (Spartium junceum) (…) Forma a lo largo de los senderos y en las montañas del Mediodía enormes bolas espesas, a veces de tres metros de altura, que de mayo a junio se cubren de una magnífica floración de oro puro, cuyos perfumes mezclados con los de su habitual vecina, la madreselva, ostentan bajo el furor de un sol calcáreo, delicias que no se pueden definir sino evocando rocíos celestes, fuentes elíseas, frescuras y transparencias de estrellas en huecos de grutas azules…” (Pg. 31)           

Aparte del capítulo dedicado a la inteligencia de las flores —el más extenso—, el volumen incluye otros, más filosóficos, sobre diversos temas como los perfumes, la moral, la guerra, el deber social o la inmortalidad.
Los dos que más me gustan son, dada mi afición a este deporte, el Elogio del boxeo, un análisis del noble arte en seis páginas, y La medida de las horas, un breve estudio sobre el paso del tiempo y las maneras de medirlo que recoge varios lemas inscritos en diferentes relojes de sol, todos ellos cuando menos curiosos. Personalmente siento una especial debilidad por este tipo de locuciones desde que leí en Cómo se hace una novela, de M. de Unamuno, la del reloj de Urruña: Vulnerant omnes, ultima necat, (Todas [las horas] hieren, la última mata). Aquí las que recoge Maeterlinck:
“La hora de la justicia no suena en los relojes de este mundo”, dice la inscripción solar de la iglesia de Tourette-sur-Loup (…) “A lumnie motus”. “Movido por la luz”, proclama altivamente otro reloj radiante. “Amyddst ye flowers, I tell ye houres!”, “Cuento las horas entre las flores”, repite un antiguo cuadrante de mármol en el fondo de un viejo jardín. Pero una de las más bellas leyendas es la que descubrió un día, en las cercanías de Venecia, Hazlitt, un ensayista inglés de comienzos del siglo pasado: “Horas non numero nisi serenas”. “No cuento más que las horas claras”. ¡Qué sentimiento destructor de las preocupaciones! ¡Todas las sombras se borran del cuadrante cuando el sol se oculta, y el tiempo no es más que un gran vacío, a menos que su progreso no sea marcado por lo jovial, mientras todo lo que no es feliz cae en el olvido! Y la bella palabra que nos enseña a no contar las horas sino por sus beneficios, a no dar importancia sino a las sonrisas y a prescindir de los rigores del destino, a comparar nuestra existencia con los momentos brillantes y amenos, tornándonos siempre hacia el lado soleado de las cosas y dejando pasar todo lo demás por nuestra imaginación olvidadiza o desatenta.” 

Dejémonos llevar, pues, por esas horas luminosas, por la despreocupada indolencia del paso del tiempo, que parece discurrir más despacio mientras nos deleitamos pasando las páginas de este fantástico libro.
 

martes, 7 de enero de 2014

LITERATURA Y BOXEO: "A GOLPES CON LA VIDA", POLI DÍAZ

A golpes con la vida
Poli Díaz
Autobiografía
Ed. Espasa (Col. Boreal), 229 págs. 

(Reseña publicada originalmente en la web de BoxeoTotal el 23 de octubre de 2013) 

Me hace especial ilusión inaugurar esta sección con la autobiografía del Potro de Vallecas, seguramente uno de los mejores boxeadores españoles de los últimos tiempos. Hace unos meses Jesús Arribas ya comentó la publicación de A golpes con la vida, libro que compró “por curiosidad, por saber de su vida al margen del boxeo, contada por él, con su humor y su forma de ver el lado positivo a cualquier drama”. Y, efectivamente, así es; si hay algo que destila Poli es humor y optimismo.
 
A poco que le conozcan sabrán que la vida de Poli Díaz no ha sido fácil. Nacido en el seno de una familia humilde en un barrio de la periferia de Madrid degradado por el tráfico y el consumo de drogas, el Potro explica que su infancia estuvo marcada por su carácter inquieto, curioso y “echado p’alante”. Poco dado a los estudios (“Sé lo justo para leer y escribir, y mal, que por eso para sacar este libro me han ayudao”, como él mismo revela), pronto descubrió sus dotes para el boxeo gracias, en parte, a su excepcional condición física. El boxeo, como en tantos otros casos, le apartó de la calle y de la droga y le proporcionó una forma de ganarse la vida. A partir de ahí, Poli relata su fulgurante ascensión bajo la protección de Enrique Sarasola: el campeonato de España, el de Europa y, finalmente, la pelea por el título mundial de los pesos ligeros contra Pernell Whitaker, el combate que marcó un punto de inflexión en su vida y tras el cual inició su no menos rápido descenso a los infiernos de la droga, la pobreza y la desesperanza. 

Entre medio el Potro de Vallecas intercala multitud de anécdotas, como sus problemas para dar el peso antes de los combates y los trucos que empleaba para lograrlo, sus rutinas de entrenamiento, lo mucho que le gustaba correr por la sierra de Guadarrama, la relación con sus sparrings y numerosos detalles sobre su vida personal y privada. No evita los temas más controvertidos (su breve etapa como actor porno… ¡junto a Nacho Vidal!), sensacionalistas (descubrimos la existencia de su hijo secreto), violentos (sus numerosas detenciones por agresión, con las consiguientes entradas y salidas de la cárcel) y oscuros (el periodo en que vivió enganchado a la heroína en una tienda de campaña en el poblado de La Rosilla), pero siempre narrados con sinceridad, sin tapujos, dando su propia versión de los hechos y desmintiendo algunos bulos que corren por ahí. “La gente tiene la lengua muy suelta. Aquí todo el mundo habla por hablar y, como lo hacen sin saber, casi nadie dice la verdad”, son las primeras frases de su autobiografía.  

Esta vida de contrastes daría para un tocho de por lo menos 600 páginas, sin embargo —y ahí reside uno de los grandes aciertos del libro— se nos ofrece concentrada en poco más de 200. Por lo tanto aquí no hay lugar para el aburrimiento; constantemente están pasando cosas, cada nuevo párrafo encierra una pequeña gran historia que Poli Díaz nos cuenta en un estilo coloquial, con sus propios modismos, su desparpajo, su lenguaje de barrio y sus confesiones a quemarropa (“Boxeaba por dinero, y por dinero me metí también en el porno. Pero los polvos que a mí me interesaban eran otros”), casi como si lo tuviésemos sentado en el salón de casa. Así descubrimos el verdadero carácter que se esconde detrás del boxeador de las páginas de sucesos: una persona noble, con sentido del humor, muy amigo de sus amigos y siempre dispuesto a defender a los más débiles frente al abuso físico, a pesar de los problemas que eso le pueda acarrear. 

No importa si son ustedes lectores habituales o no, si les interesa mínimamente la desbocada vida del Potro de Vallecas, háganse con este libro. Ya verán como lo devoran en un par de días. Lo pueden leer en el baño, en el trabajo e incluso mientras su pareja ve la tele a todo volumen. Da igual, una vez hayan ojeado la primera página ya no lo podrán soltar.